No tengo ninguna duda: si el Consejo de Presidentes acepta la oferta del canal qatarí beIN Sports, el fútbol chileno quiebra en 10 años. Usted dirá que me pegué en la cabeza luego de leer ayer en estas páginas que la cadena de origen árabe ofreció 1.300 millones de dólares por el 100 por ciento del CDF.
Una mirada rápida indica que la operación conlleva un riesgo enorme. La prudencia y la mirada de largo plazo nunca fueron bienes preciados en esta actividad. Cada vez que fluyeron recursos grandes, el resultado fue uno solo: crisis económica gigante porque se generó un proceso inflacionario descontrolado en las remuneraciones, aunque también asistimos al corte de tajada sin misericordia de dirigentes y/o funcionarios de los clubes.
Para no caer en los ejemplos recurrentes, pienso en O'Higgins de Rancagua en los 90. Un club que vendió futbolistas como pocas veces se vio en Chile, pero que le pusieron ruedas y se lo llevaron para la casa.
En los 70, la Polla Gol revolucionó al país y las tesorerías de los clubes, pero al estallar la crisis del dólar en 1982 apareció la debacle. De ese episodio nació la deuda histórica en 1984, cuando el entonces Banco del Estado hizo un préstamo gigante que solo terminó de pagarse en 2007. Más cerca en el tiempo, está el contrato por los derechos de televisión de 1997. La ANFP, presidida por Ricardo Abumohor, firmó un convenio por cinco años que reportó a los clubes 57,5 millones de dólares por cinco años.
Antes de que finalizara el vínculo, más del 90 por ciento de los equipos estaba en la bancarrota. Se pagaron sueldos monstruosos, los representantes y empresarios de jugadores se hicieron ricos, algunos dirigentes también o al menos tuvieron un mejor pasar... Nadie controlaba. Los clubes eran de todos, pero al final no eran de nadie.
En el escenario actual, las sociedades anónimas obligan a tener responsables. Sin embargo, eso no alcanza. El legislador no previó detalles que permiten a algunos empresarios "vivir de las rentas" que otorgan los excedentes del CDF si es que logran permanecer en Primera B. Se da el caso de que existen dueños de clubes con lazos en dos o más instituciones, otros que "mueven" jugadores y entrenadores e incluso que actúan de prestamistas (sucedió con Factor One, perteneciente a Jorge Sánchez, de Deportes Antofagasta, y Felipe Muñoz, de Deportes Copiapó).
Inaceptable e impresentable.
La película que vendrá con esos 1.300 millones de dólares la conocemos: fichar jugadores a diestra y siniestra, pagar locuras a los entrenadores, mientras los representantes se harán el pino con sus comisiones.
El fútbol chileno encontró en el CDF un gran modelo de negocio, que requiere correcciones, pero no su enajenación. El formato actual, con un operador externo o un socio, le permite disponer de flujos permanentes.
Lamentablemente, hoy no existe conducción ni mirada de largo aliento. El acuerdo de la semana pasada por 12 años, donde se acordó la repartición igualitaria, sin jugar nada en la cancha ni premiar a los clubes que llevan gente o muestran un deseo por desarrollarse, resume el nivel actual de Quilín.
Ojalá prime la cordura.