"El Premio Internacional de Escultura otorgado a la artista chilena consagra con valores definitivos su eximio talento, en una cita mundial donde concurren representantes de 52 países". Con estos conceptos destacaba "El Mercurio", el 2 de septiembre de 1965, el reconocimiento logrado por Marta Colvin Andrade (58) en la VIII Bienal de São Paulo, cuya obra de piedra "Torres del silencio", de 3,5 metros de alto -construida cinco años antes y hoy instalada en un museo al aire libre en Middelheim, Bélgica-, ganó el primer lugar.

Las razones para homenajearla se comentaban en la prensa: "Las 12 esculturas que exhibe, de piedra, madera y bronce, señalan un punto de madurez que alcanza plena expresión en el dominio y la transmutación de los materiales por un poder creador y una técnica que han llegado a una perfecta integración". Asimismo, se precisaba que su estilo "pregona un impulso totémico y ancestral, junto con un equilibrio entre su intuición estética y la modelación que recoge las proporciones y marca la línea, haciendo que el material adquiera una especie de ingravidez".

Un enviado especial de este diario daba cuenta del gran protagonismo que tuvo Marta Colvin en la convocatoria brasileña, "que congrega lo mejor del movimiento plástico contemporáneo. Ella circula en un juego constante de abrazos; todos la felicitan".

La escultora nacional, por su parte, confidenció sentirse muy emocionada y explicó: "Me inspiro en la cordillera. Nací en Chillán y, desde niña, me acostumbré a admirarla". Se leía que mientras estaba en Santiago ejercía como profesora de la Escuela de Bellas Artes y que el resto del año residía en París, "donde mediante la nostalgia y la evocación transpone a su obra un sentido americanista y, a la vez, universal".

Respecto de la Bienal, se decía que fue creada en 1951 como una exposición internacional de arte moderno, "la segunda muestra de este tipo en importancia y antigüedad, luego de la de Venecia". Actualmente, continúa celebrándose cada dos años en un pabellón de 30 mil metros cuadrados, ubicado en el parque Ibirapuera de la ciudad, y es organizada por la Fundación Bienal de São Paulo.

En la versión de 1965, Chile también estuvo representado, en pintura, por José Balmes, Rodolfo Opazo y Ramón Vergara, y en grabado, por Eduardo Vilches. En un espacio especial dedicado al "Surrealismo y Arte Fantástico", expusieron Juan Bernal Ponce, Ernesto Barreda, Federico Assler y Mario Toral, quien obtuvo el primer premio por su proyecto gráfico "Los signos del Zodíaco".