Hortensia Bussi yace en cama y delgada, con más de 90 años y esa piel translúcida de la gente de mucha edad; y apenas con un hilo de voz le revela una frase a su nieta Marcia Tambutti, la directora de "Allende mi abuelo Allende": "He sufrido mucho".
La frase es una declaración femenina y universal de esas mujeres chilenas que remontaron el siglo pasado y soportaron un rol secundario, maltratos intelectuales e infidelidades con eso que se llama estoicismo, y así entonces mantener la dignidad y la serenidad pese a todo.
La frase de una viuda casi transparente no es por la tragedia política ni por las grandes Alamedas, sino por algo íntimo, doloroso y expresado en un susurro, porque se trata de historias personales cuyo destino son apagarse con su muerte.
Este documental mantiene a la gran política en el horizonte y resiste y hasta rechaza las lecturas ideológicas, partidistas y pequeñas.
Algo que ciertamente parece imposible cuando la figura central es la memoria y la imagen de Salvador Allende; sin embargo, la directora se sumerge en la estirpe de una familia chilena arrastrada por la historia y que simplemente no tuvo alternativa.
Marcia Tambutti, también la narradora en off, afirma algo que jamás escuchó en su exilio mexicano o en Chile o en cualquier parte del mundo con respecto a Allende: "Nunca oí a nadie criticarle".
A partir de esa falta de información, busca a las personas más próximas al Presidente muerto -esposa, hijas, hermana, nietos y nietas- y descubre que en el organismo de toda familia existe una zona vedada, callada y eludida. Y de eso no se habla.
Ese es el material humano de "Allende mi abuelo Allende".
Acá no hay nada tan burdo como la denuncia ni el escándalo, y tampoco la neurosis del golpe periodístico. Acá hay un montaje fino y sutil que avanza de la única manera posible: frases entrecortadas, imágenes escondidas, asociaciones con el pasado, indicios en vez de confesiones y un sufrimiento que se expresa secreto e imperceptible.
Salvador Allende es el candidato con el poder de la palabra, la fuerza de la multitud y la energía del proceso revolucionario.
"Todo el tiempo me engañaba", dice Hortensia Bussi, con la tristeza de la mujer que pese a todo lo quiso y lo quiere.
Hay palabras que no se expresan: traición, rabia, deslealtad, despecho.
Hay nombres que la familia apenas conjuga: la casa de El Cañaveral y el hogar de Miria Contreras, la Payita. Un lugar donde solo estuvo su hija Beatriz, la Tati, y hay fotos que lo demuestran, y esas imágenes pertenecen a la zona del silencio y la veda: de lo que no se habla.
"Allende mi abuelo Allende", premiado en el último Festival de Cine de Cannes, es un documental lleno de coraje y sinceridad.
En su interior hay tanto cariño como pena.
Hay nacimientos, y también muertes.
Es la historia de una familia chilena.
Chile-México, 2015. Director: Marcia Tambutti.
Guión: Bruni Burres, Paola Castillo,
Marcia Tambutti y Valeria Vargas.
94 minutos.
Todo espectador.