La búsqueda de jugadores de ancestros chilenos en el extranjero ha sido una de las acciones más características del período de Jorge Sampaoli al frente del seleccionado. Ha sido esa una caza obsesiva.
En general, la iniciativa no despierta simpatía. Lo que los connacionales desean para sus selecciones es a jugadores con sus mismos rasgos distintivos comunes. Es decir, una relación sólida con la nación que comparten. Y esa relación no es simplemente una cuestión jurídica, técnica, reglamentaria. Es más: implica miradas, sensaciones, sentimientos, raigambre social, pues lo que harán será defender esa nacionalidad en una cancha de fútbol.
También se confabula contra la iniciativa la experiencia histórica. Es bien sabida la realidad de las nacionalizaciones de jugadores en el pasado. No es lo mismo que lo de ahora, es cierto, pero no me niegue que es muy parecido. Incluso, en muchos casos hubo jugadores que adquirieron la carta porque quisieron entrañablemente a este país. Vicente Cantatore siempre aclaró: "Yo no soy chileno porque nací aquí accidentalmente. Lo soy porque elegí ser chileno". Esto es más fuerte que recibir como compatriota a alguien que tiene una abuela chilena que emigró hace 60 años y cuyo nieto no tiene idea de Chile. Eso es accidental o casi.
Y también la iniciativa se hace ingrata cuando se viven casos que resultan derechamente vergonzosos. Lo ocurrido con el suizo-chileno Francisco Rodríguez y su doble negativa a integrarse al seleccionado es un percance que debería haber recomendado al entrenador nacional terminar con la idea. Ya antes lo del argentino-chileno Mauro Zárate había generado la misma molestia pública. Era una mala iniciativa.
Pero ahora ha surgido una nueva idea. Es, realmente, una idea.
Sampaoli la ha llamado "Sangre Chilena" y es un plan, un proyecto, una acción estructurada, de la que nos hemos enterado gracias a la inquietud periodística de Jorge Rubio, de la Radio Cooperativa.
Se trata de hacer una base de jugadores con antecedentes chilenos repartidos por el mundo. Suman mil o más. Los hay desde 16 años en adelante. ¡Tremenda base!
Se los hará trabajar en conjunto de manera periódica para seguirlos en su desarrollo con mirada cercana, llevándolos también a la competencia. Ya hay pactados compromisos en este sentido.
Por cierto, esto es muy distinto a andar rogando por el mundo a jugadores hechos y derechos, sin ninguna relación con el país. Esta "Sangre Chilena", por el solo hecho de reunirlos en un plan, les establece un nexo, desde pequeños, con Chile. Conocerán físicamente el país, a su gente, a sus propias familias que residan acá. Tal vez hasta lleguen a pisar las hojas del Parque Forestal en otoño. Y hasta comerse una empanada.
Tiene sus riesgos el proyecto, como que luego estos jóvenes decidan defender al país donde nacieron... Pero hay que intentarlo.
Atinó Sampaoli. Se demoró, pero atinó.