A medida que pasa el tiempo y el envío del proyecto que crea el Ministerio de Cultura se posterga, este crece en complejidad y ambición. Si bien el anuncio del ministro Ottone publicado por "El Mercurio" retoma las ideas sustantivas que se han venido discutiendo desde la administración Piñera, se introducen nuevos matices y se aumentan las metas institucionales que se quiere alcanzar. En lo esencial se busca crear una cartera jerarquizada, que elimina el sentido colegiado del actual Consejo de la Cultura y las Artes, que estaría conformada por dos subsecretarías, una de Arte, Ciudadanía y Fomento, y la otra en torno al Patrimonio. Dentro de esta última estarán los museos nacionales -Bellas Artes, de Historia Natural, Histórico, más la Biblioteca y el Archivo Nacional-. Estos museos se relacionarían directamente con el ministro, figura que se aclararía mediante una nueva ley sectorial de artes visuales. Las tareas de la Biblioteca Nacional quedarían separadas en subdivisiones, mientras el Consejo de Monumentos Nacionales deberá esperar la aprobación de otra ley, la del Patrimonio, que defina su nuevo estatus dentro de este organigrama, que tiene a su vez su replicación en cada región del país.

Algunas prevenciones sobre este profuso itinerario legislativo indican, en primer término, la necesidad de estudiar el financiamiento que viene aparejado a este plan, que a pesar de ser concebido como una fusión de servicios existentes, tiene una extensión que va mucho más allá, como, por ejemplo, aprobar leyes complementarias, pasar a numerosos funcionarios al régimen de contrata, crear nuevas glosas presupuestarias y subvenciones adicionales, como la que trae el anuncio de una ley del teatro. A pesar del anhelo de avanzar en esta materia y ligado a lo anterior, cabe también preguntarse por la oportunidad del envío de un proyecto de un nuevo ministerio (se contempla también una cartera de asuntos indígenas) en un momento de apremio fiscal que es probable se prolongue en el tiempo, dada la drástica disminución de ingresos que ha vaticinado Hacienda.

Desde un punto de vista más administrativo, es también motivo de preocupación el destino final que tendrá la Dirección de Bibliotecas, Archivos y Museos, Dibam, en el nuevo esquema que se propone, un servicio público de muy buen funcionamiento, con más de 80 años de vida, que ha logrado enraizarse en la vida cultural de los chilenos mediante múltiples servicios y atenciones en todo el país y cuya experiencia acumulada constituye, de por sí, una riqueza patrimonial del Estado que debe ser cuidada. Una modernización de esta última entidad se requiere, en efecto, en algunos puntos mencionados -museos nacionales y Consejo de Monumentos-, pero la improvisación en esta tarea de reformulación de algunas funciones puede significar a la postre que se esté "desvistiendo un santo para vestir a otro".