Señor Director:

Tengo un cuñado que por costumbre no hace deportes, aduciendo que hacerlo es peligroso. Según él, las escasas veces que tenía ganas de practicar algún ejercicio, se metía en la cama hasta que se le pasaran las ganas. Siempre dudé de su palabra y me he esforzado por hacer algún deporte.

Días atrás subí mi bicicleta al auto para llevarla al pie del San Cristóbal y así empezar su ascensión. Me estacioné en el acceso al parque, por La Pirámide, junto a otros autos. Pues bien, al volver de mi ejercicio, me encontré con el vidrio del auto destrozado para robar los escasos objetos que había en su interior. Lo mismo le sucedió al resto de los autos estacionados, y esto a escasos metros de la garita del guardia del parque que, por cierto, se mostró muy compungido con lo sucedido.

Como nuestros legisladores nos han convencido de que tenemos las leyes más avanzadas de protección ciudadana; como nuestros jueces administran justicia con la máxima severidad, siempre apegados a las leyes de nuestros avanzados legisladores; como nuestras autoridades, qué duda cabe, cada día se esfuerzan más en prevenir y perseguir a los delincuentes; y como mi cuñado va por los 80 años y goza de excelente salud, no me cabe más que concluir que tiene razón y que hacer deportes es en realidad peligroso.

José Luis Domínguez C.