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Cartas
Lunes 31 de agosto de 2015
Dictadura del relativismo
Señor Director:
Los católicos, entre los cuales se encuentran los obispos, tenemos todo el derecho a expresar nuestra opinión respecto de temas contingentes en nuestra democracia. Por lo mismo, sobre el proyecto de ley de despenalización del aborto en tres causales, los mismos obispos han publicado una carta pastoral y los obispos Goic y Chomali han ido a plantear sus argumentos a la Comisión de Salud de la Cámara de Diputados. Ha quedado claro el rechazo del magisterio eclesial a este proyecto.
Teniendo clara la postura de fondo, preocupa la forma. Que cinco obispos hayan publicado un inserto en tono amenazante el mismo día que la Conferencia Episcopal, confunde. Que semana a semana veamos cartas de distintos obispos nuevamente volviendo a argumentar de maneras muy disímiles sobre el mismo proyecto, desorienta. Lo que más preocupa es que se use la posición y función que la Iglesia le otorga al obispo para descalificar posiciones contrarias, como si los que "piensan distinto que yo" fueran personas irracionales, a quienes no les importa la vida, que viven al vaivén de las modas o que conducen su vida como seres carentes de todo respeto al diálogo y al encuentro.
Esta posición de algunos obispos no parecer ser evangélica y hace que posturas más conciliadoras y persuasivas pierdan fuerza. El respeto a la vida es el respeto a su dignidad íntegra. Pero si en la discusión se descalifica como "dictadores relativistas", "irracionales" que no tienen verdad ninguna o que viven en una "fractura antropológica" con el pueblo de Chile, se cae en un atropello a la misma dignidad necesaria para el encuentro y diálogo fecundo que permite el entendimiento de contrarias posiciones.
En vez de tratar de descalificar tanto a quien tiene una posición distinta, como católicos deberíamos preguntarnos por qué nuestro mensaje no tiene eco en la mayoría del país; reconocer que la fractura y la distancia con la ciudadanía también nos afectan. Y esto último no por "irracionalidad" o "dictaduras subjetivistas", sino por una falta de credibilidad producto de abusos, delitos y malos liderazgos que han hecho que muchos se alejen de lo que proponemos. Mejor es guardar la piedra, mirar la viga que hay en el propio ojo y desde ahí proponer, invitar y hacer creíble nuestro discurso, que se sustente, más que en lo que decimos, en lo que hacemos.
Iván Navarro E.
Teólogo