A solo 14 años de la primera, se da esta segunda versión local de "Closer", obra inglesa que desde su debut original, en 1997, se convirtió en una de las más representadas mundialmente, traducida a 30 idiomas y llevada además al cine en 2004 con elenco estelar. A su autor, Patrick Marber, le valió ser ensalzado como el nuevo gran talento de la dramaturgia británica (pero sus piezas posteriores nunca igualaron sus méritos y éxito comercial, y sufrió una década de sequía); en tanto del texto se dijo que ningún otro retrataba con mayor penetración el modo de relacionarse íntimamente de las parejas en los '90.
El montaje sugiere que quizás buscó mejorar los frutos apenas correctos del anterior, y plantea además la duda acerca de si tras dos décadas la pieza sigue vigente, lo que resuelven los elogios que mereció el reciente reestreno londinense de "Closer" en febrero pasado, que el crítico de The Guardian calificó de "poderoso y oportuno".
El ágil desfile de doce escenas presenta un cuarteto de profesionales que se conocen y establecen como parejas, pero en los cinco años siguientes se traicionan e intercambian formando parejas entrecruzadas, para luego engañarse otra vez. Su mayor acierto es su diálogo rápido y brillante, a menudo de abierta procacidad, por la crudeza de sus alusiones sexuales y fisiológicas.
Si bien nuestro público ríe con los desbordes de lenguaje y giros escabrosos del relato, éste no tiene para nada el tono de una comedia. El reflejo que despliega de unos solitarios que confunden su ansia de amar y ser amados con la urgencia sexual resulta si no dramático, al menos triste y desolador. Primero se van a la cama, luego se preguntan si eso significa algo y tiene algún futuro.
Con todo el interés potencial de la propuesta, esta nueva oportunidad dada a la pieza no supera la entrega de 2001. El primer escollo es que su director, Cristián Campos, ha dirigido poco, y hace cinco años que no lo hacía; además, está en escena en uno de los roles. Los tres cuadros iniciales lucen flojos, por lo que la trama parte débil (hoy nadie chatea tan morosamente). Pero la principal dificultad entre las varias que plantea el texto está en la distancia sociocultural -por decirlo así- de los seres que describe. Aunque se mienten todo el tiempo, su franqueza brutal los hace muy ajenos y distintos a nosotros. El elenco puede hacer su mejor esfuerzo, pero los ejecutantes siempre parecen estar actuando; encarnan un modo de ser que nos resulta falso y poco creíble, menos aún despierta empatía. Por lo mismo, hay cero 'química' erótica entre los personajes, lo que en el caso específico de esta ficción puede ser fatal.
En cuanto al espacio escénico, que debe ser neutro, da una impresión aséptica y francamente inocua. Por el contrario, la musicalización de corte jazzístico es mucho más apropiada; cuando suena sugiere, pero demasiado brevemente, la sofisticada atmósfera requerida.
Teatro Mori Bellavista. A las 20:30 horas. Jueves $10.000 entrada general, viernes y sábados $ 12.000. Tercera edad $6.000, y $ 4.000 estudiantes.