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Editorial
Sábado 29 de agosto de 2015
Reflexiones de la introspección empresarial
Hay que volver a poner en valor el papel empresarial como motor de la creación de riqueza, pero también mejorar sus estándares frente a las transgresiones legales o éticas...
El reciente Congreso Empresa y Sociedad que realizó Icare en Casa Piedra fue una interesante instancia de reflexión en torno al rol de los empresarios en el Chile actual. Ya desde su convocatoria, bajo el lema "El momento de la introspección", quedó claro que esta no sería una mirada autocomplaciente, sino que se buscaría deliberar acerca de los problemas a los que se ha visto enfrentado el mundo empresarial en los últimos años. La iniciativa, por lo tanto, era valorable. Más allá de la señal de interés del mundo empresarial que trasunta la realización del encuentro, el nivel de cumplimiento de sus objetivos dependerá en parte de los ecos y efectos que tengan esas reflexiones en la comunidad de negocios.
Así, por ejemplo, el presidente de la instancia, Bernardo Larraín, hizo un interesante llamado a dejar de suponer que solo emplazando al Gobierno el país retomaría su rumbo. Dijo que, al igual que la sociedad, las empresas deben mejorar su transparencia, las asimetrías de información y el acceso a los bienes públicos. Su presentación fue refrendada por el economista Sergio Urzúa, quien junto con mostrar el innegable aporte que han hecho las empresas durante los últimos 30 años destacó la importancia de superar los resabios de malas prácticas -abusos, desigualdad, casos de colusión y nepotismo- que subsisten en algunos sectores.
En general, todas las presentaciones hicieron hincapié en el insustituible aporte que realiza el sector privado, pero al mismo tiempo se remarcó el déficit de competencia que existe en variadas áreas.
Lo que hizo el seminario fue volver a las raíces del pensamiento empresarial, retomando la distinción realizada por Adam Smith ya hace 250 años respecto de diferenciar la defensa del mercado de la defensa de intereses específicos de determinadas empresas, lo que muchas veces no coincide.
En este sentido, la mejor defensa del correcto funcionamiento del mercado se logra fomentando la competencia. Y en segundo lugar, con una legislación adecuada. Este orden es especialmente relevante, dado que se han visto múltiples experiencias de países que en pos de defender la competencia han llenado su legislación de regulaciones que lo único que han hecho es asfixiar el emprendimiento. Pero la experiencia también muestra que la regulación juega un destacado papel, que las sanciones ejemplificadoras a las acciones anticompetencia son fundamentales y que los organismos de vigilancia son muy necesarios.
Es momento de que Chile vuelva a poner en valor el rol empresarial como motor de la creación de riqueza nacional. Pero es necesario también que la autocrítica que se esbozó en el seminario Icare esté muy presente en los diversos actores nacionales para mejorar sus estándares y para ser capaces de reaccionar adecuadamente frente a quienes en el futuro vulneren la ley o la ética.