Hasta bien entrada la noche del domingo no había señas de nuevos convocados a la selección debido a la lesión de Charles Aránguiz y a la definitiva, creo, deserción de Francisco Rodríguez. La lógica -que no suele ir, afortunadamente, de la mano de las decisiones de Sampaoli- diría que el único amistoso antes de las clasificatorias debería servir para probar fórmulas, por lo que todo indica que esa pieza de recambio saldrá de los hombres que estuvieron para la Copa América.
Podría haber un reordenamiento; sobre todo, considerando la inactividad de Jorge Valdivia, y el nombre de Felipe Gutiérrez salta como una carta, aunque me gustaría considerar otra vez a Carlos Carmona, un volante que en la era Bielsa se llevó todo el peso del recorrido del mediocampo. Habrá que confiar en el criterio de un entrenador que superó todas las dudas previas a la Copa América -sobre todo, en lo que decían relación con el recambio y la inactividad de algunos jugadores- para encontrar las claves justas.
Fue una semana en que Sampaoli debe haber reafirmado todas sus convicciones. La desastrosa participación de tres de los cuatro equipos chilenos en la Copa Sudamericana fue una ratificación de la débil competencia interna y los dudosos sistemas de campeonato que los clubes han implementado en los últimos años. Mientras la medición internacional de la Roja va en absoluta alza, la de los clubes hace rato viene en picada, incluyendo la lamentable Copa Libertadores que vivimos este año. Nadie está libre.
Será esa, seguramente, una de las causales que se podrían esgrimir para no considerar la carta natural que emerge por estos días en reemplazo de Aránguiz. Jaime "Pajarito" Valdés ha sido la gran figura de Colo Colo, el sólido líder del certamen, con puntaje perfecto. Es en su dinámica, movilidad, buen pie y criterio donde José Luis Sierra ha erigido su fortaleza. Pero la duda es permanente: ¿estará Valdés en los apuntes del seleccionador pese a sus aprehensiones sobre el nivel de la competencia local?
Es en ese desnivel donde las comparaciones se hacen difíciles y la responsabilidad escapa a Juan Pinto Durán, por más que se diga que algunas medidas son exigencias del casildense, como tener el torneo más corto del mundo o insertar por secretaría un jugador juvenil.
Lo que queda claro es que un debate técnico llora por estos días en el medio nacional, donde el ostracismo del seleccionador y los suyos se une al desinterés dirigencial y a la ausencia de un liderazgo técnico que aglutine las necesidades de los clubes.
Para decirlo en simple, los males internos se acrecientan con la misma intensidad que crece la valoración internacional de la selección. Y quizás, para varios, esa sea la situación ideal. Pero me niego a creer que no exista nadie preocupado de la increíble desigualdad en que se debate el fútbol chileno.