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Cartas
Lunes 03 de agosto de 2015
Responsabilidad penal adolescente
Señor Director:
No hay sociedad moderna sin delitos ni fórmulas mágicas para extinguirlos. Empero, existen también algunas premisas básicas asumidas por los Estados para enfrentar adecuadamente este flagelo: Empoderar a la comunidad, prevenir y aplicar reproches penales oportuna y eficientemente a los sujetos responsables de ilícitos e intervenir de manera temprana en niños y jóvenes vinculados a las actuaciones delictuales.
En materia de regulación y juzgamiento de la responsabilidad penal adolescente, hoy existe un consenso de que deben efectuarse cambios relevantes a la norma ahora en vigencia. Para algunos la prioridad es la especialización de los actores del sistema, y para otros, el examen, cambio de las sanciones, la ejecución y control de las mismas.
Desde nuestra perspectiva y modesta experiencia académica y práctica en la materia de más de una década, hemos declamado desde hace ya varios años la necesidad de efectuar un cambio de paradigma que implique un nuevo enfoque del sistema penal juvenil.
No hemos querido dar cátedras de cuál es la panacea o solución mágica -porque ello no existe- ni tampoco defender posturas preconcebidas. Nuestra postura siempre ha sido que debe generarse una instancia de análisis y discusión colectiva, para que no solo los expertos teóricos, sino que también los profesionales que han trabajado en el sistema y además representantes de la comunidad puedan reunirse y recoger no tan solo las mejores ideas y constataciones reales, sino que elevar con toda transparencia las falencias del sistema; coligiendo de experiencias del derecho comparado otras alternativas que, por ejemplo, amén de ser estrictos en la aplicación de los principios de la segregación y la especialización, le entregan al sistema en general que aborda estas materias, no solo herramientas jurídicas, sino que mayores insumos interdisciplinarios para la resolución de los casos por parte del Estado, entendiendo que es urgente dar una respuesta adecuada ante la conducta de un infractor adolescente, y en otros urge colocar un freno real a una carrera delictual.
Como se ha dicho, sacar conclusiones a partir de análisis de casos aislados no es conveniente, pero tampoco lo es cegarse ante la realidad; pues el diagnóstico está claro, el proceso penal adolescente no está dando los frutos positivos esperados, negarlo es tapar el sol con un dedo y el paso razonable es pasar de la "preocupación a la acción, de preocuparse a ocuparse", pensando que todos los que participan en el sistema penal -en el marco de un Estado democrático de Derecho- deben responderle adecuadamente a la comunidad, el resto es poesía adolescente de mala calidad.
Ernesto Vásquez Barriga
Profesor Derecho Penal Juvenil
Facultad de Derecho U. de Chile