Señor Director:

Paseando por el muelle Prat, volví a encontrarme con la estructura de acero que bajo un techo oriental sostiene la campana Miotsukushi, regalada por el puerto de Osaka a su hermano Valparaíso con ocasión de los 450 años de su descubrimiento.

Es una réplica de la que mantienen en Osaka desde 1955, cuando un grupo de madres se reunieron para recolectar fondos e instalar una campana en la torre de la municipalidad. Las madres estaban preocupadas por la creciente delincuencia de la juventud que asolaba al puerto, y se decidió repicar la campana a las diez de la noche para recordar a los jóvenes que regresaran a casa, y también como símbolo para que sus hijos crecieran fuertes y sanos de cuerpo y alma.

El regalo no ha servido de mucho en Valparaíso, porque la campana no se toca, de su badajo cuelga una pitilla deshilachada, sirve para las necesidades de las gaviotas y sus nidos, y es un símbolo de la dejación y delincuencia. En todo Chile debiéramos tener una Miotsukushi que repique por la honradez.

Marcos Concha Valencia