Un amigo mío banquetero me cuenta que el comentario dentro su industria esta semana era lo difícil que estaba resultando organizar el menú para alimentar a los asistentes al ultrapublicitado "cónclave" de la Nueva Mayoría y el Gobierno.
Hasta el estadio El Llano de San Miguel llegarán mañana todos los ministros, todos los parlamentarios y las directivas de los partidos que componen la coalición que gobierna Chile. Van a tener harta pega ese día, porque el país espera que de esa reunión salga el "humo blanco" que definirá el nuevo proyecto político y económico que guiará los destinos del país. Serán horas de trabajo intenso, con un consumo no menor de calorías.
Y por eso, el "rancho" será un ítem crítico.
Me señalan que alguien en el Gobierno cometió el error de hacer un sondeo entre los asistentes para identificar preferencias respecto de qué comidas y bebidas querían consumir el lunes durante el cónclave.
Ya en el aperitivo partieron las discrepancias. Los comunistas se inclinaron por vino navegado y empanadas de pino con merquén. Los democratacristianos pidieron cervezas -pero sin alcohol- y unos carpachos de pescado -pero de merluza, nada muy ostentoso-. Los PPD se fueron por el sushi y la champaña. Los socialistas propusieron minichacareros de cóctel hechos con filete y vinos tintos reserva merlot o pinot noir, ojalá del valle de Casablanca y de cosechas no anteriores a 2013. Uno de los radicales consultados habría dicho textual: "Nosotros no pedimos que nos den, pero póngannos donde haiga". La gente del partido de Alejandro Navarro votó por arepas de trigo y chupe caraqueño, y al resto no le preguntaron. Eso sí, varios miembros del gabinete dijeron que no había que complicarse y que simplemente se pidiera un " catering " a cualquiera de los hoteles top con los que trabajan siempre. La Presidenta, por su parte, dijo que ella era materia dispuesta y que se acomodaba a lo que decidiera la mayoría.
Como el desacuerdo era evidente, se hizo un nuevo contacto con los convocados, poniendo en evidencia las diferencias irreconciliables que se habían detectado para ver si algunos estaban dispuestos a ceder o a sumarse a las preferencias de otros asistentes.
Los comunistas dijeron que si no se les garantizaba explícitamente el navegado y las de pino, ellos no asistirían al encuentro y que optarían por plantear sus demandas desde la calle. Los democratacristianos no respondieron el mail . Los PPD dijeron que ellos no se hacían problema por nada y que si no podía ser sushi y champaña ellos proponían unas tablas de rolls y unas copas de espumante. Los socialistas plantearon que ellos se cuadraban detrás de lo que dijera la Presidenta, siempre y cuando no se saliera del marco de los vinos reserva. Los radicales habrían insistido textual: "Nosotros no pedimos que nos den, pero póngannos donde haiga". Navarro consideró insultante que le pidieran modificar su propuesta. Los ministros, para no ser ellos el problema, dijeron que pasarían por un Starbucks antes de irse a San Miguel. Y la Presidenta mandó decir con su jefa del Segundo Piso que decidieran ellos.
Quizás por eso la decisión que se tomó es que el "cónclave" se iniciará a las 15:00 horas del lunes, para que todos lleguen almorzados.
Menos mal que los temas que tienen que zanjar durante esa tarde son más simples que armar un menú. Porque de lo contrario jamás llegarían a acuerdo. ¿O es muy tonto lo que estoy diciendo?