César Luis Menotti, campeón del mundo dirigiendo a Argentina en 1978, debe ser una de las personas que mejor explica y entiende el fútbol. En 1993 tuve la oportunidad de entrevistarlo en el viejo hotel Carrera. Hubo una frase que jamás olvidé: "Hay jugadores engrupidores, que parecen buenos, pero que no te resuelven nada o te enredan todo".
En las antípodas de esa reflexión del "Flaco" se encuentra Charles Aránguiz, el mejor jugador de Chile en la pasada Copa América. Un futbolista excepcional, coherente con la idea de equipo, solidario en la recuperación, vivaz para iniciar el ataque, claro para aparecer libre por el lado opuesto de la maniobra o en el espacio que dejan los defensores rivales, y preciso para la definición.
Aránguiz es de esos volantes que todos los entrenadores pretenden. Me había llamado la atención en 2006, cuando alternaba en el primer equipo de Cobreloa. Sin embargo, la sensación de ver un mediocampista diferente la tuve el 1 de abril de 2007. En el antiguo estadio Playa Ancha de Valparaíso, Wanderers y los nortinos igualaron 1-1. Aránguiz convirtió en los 59 minutos un buen gol en el arco que da a la Escuela Naval.
Su carrera iría en ascenso, pasaría por Colo Colo, donde tuvo un excelente nivel, pero por no ser un vendedor de humo, no trascendió en el recuerdo de los hinchas. Estaba en la lista de los 23 de Marcelo Bielsa para Sudáfrica 2010. Una lesión lo dejó fuera del Mundial. Estuvo en Quilmes de Argentina, pero los "cerveceros" no caminaron.
Al fichar en Universidad de Chile no fueron pocos los seguidores azules que fruncieron el ceño. Su notable rendimiento en la era de Jorge Sampaoli resolvió cualquier duda. En la selección nacional pronto se transformó en un indiscutible. Su fichaje y campaña por Internacional de Porto Alegre reiteró que estamos en presencia de un jugador excepcional.
Hoy es el momento de partir. Su nivel y edad (26) demandan una liga estelar europea. Salvo imprevistos mayores, cuesta creer que no triunfe. Sobre su intensidad y criterio se edifica buena parte de la estructura de la Roja, que iniciará en octubre el inédito camino de intentar competir en un tercer Mundial de manera consecutiva.
Mirando al futuro, por el carácter de Aránguiz, no es descartable que en la hora de su retiro pasará inadvertido. Ajeno a las luces, es probable que opte por el anonimato. El mundo del fútbol muchas veces no respeta trayectorias. El sábado pasado en Santa Laura, luego del triunfo de Colo Colo sobre Unión Española, por la zona de estacionamientos saludé al inolvidable Guillermo Yávar. Un crack en serio, autor del gol en el primer triunfo de Chile en Europa (1-0 sobre la RDA), mundialista de Inglaterra 1966 y Alemania 1974, goleador del campeonato de 1973 en los hispanos y figura de la U en los años 60. Las nuevas generaciones pasaban por su lado y no sabían quién era. No me extrañaría que en 40 años más Aránguiz camine por el estacionamiento de un estadio y nadie repare en que fue el mejor de la Copa América 2015.