Señor Director:

"El Mercurio" publicó los resultados del último Simce, destacando que en 8º básico la brecha entre los alumnos de los grupos socioeconómicos (GSE) bajo y alto fue de 58 puntos en lenguaje y de 76 puntos en matemática, brecha que en 2º medio aumenta a 67 y 117 puntos, respectivamente. ¡Bonita manera de disminuir la inequidad, de lo cual nuevamente nadie se hizo responsable!

Se agrega que en 8º básico, el 53% de los alumnos tiene nivel de aprendizaje insuficiente en lenguaje ("no logran demostrar consistentemente que han adquirido los conocimientos y habilidades más elementales estipulados en el currículum"), y que casi el 40% lo tiene en matemática. ¿Qué porcentaje de estudiantes del GSE bajo tuvo nivel de aprendizaje insatisfactorio en lenguaje y matemática, 60%, 65%, 70%? ¿Y en el GSE alto, 15%, 20%?

Una prueba estandarizada como el Simce no puede reflejar por sí sola una evaluación de la integralidad y los múltiples atributos que constituyen el proceso educativo y los niveles de aprendizaje logrados, y tampoco se busca transformar el trabajo en el aula a la sola preparación de la prueba. Pero aquí estamos hablando de algo tan básico como que al cabo de varios años de estudio los niños y niñas de las familias que viven en ambientes de pobreza y de falta de oportunidades no saben leer bien, no comprenden bien lo que leen, no manejan las operaciones aritméticas elementales, y no reciben los estímulos necesarios para su desarrollo como personas, lo cual les impedirá lograr aprendizajes de mayor nivel y los condena a seguir siendo pobres, marginados y excluidos. Y eso, en todas partes del mundo, es una educación inequitativa y de mala calidad, independientemente del modelo educativo y de los instrumentos de medición de resultados.

El Ministerio de Educación debiera publicar las cifras desagregadas del Simce según GSE en su página web, y fijar de manera explícita las metas y acciones para mejorar la calidad de la educación pública que reciben los niños y niñas más pobres del país. Esto ayudaría a focalizar y darle sensatez al actual debate educacional, en el que lo importante pareciera ser acordar cuántos miles de millones de dólares anuales habrá que destinar para financiar los aranceles de los estudiantes universitarios, incluyendo a los hijos de las familias acomodadas, olvidando que nuestros estudiantes están recibiendo, salvo excepciones, una educación de mala calidad en el colegio y en la universidad.

Víctor Pérez Vera
Ex rector de la Universidad de Chile