En el inicio de la temporada futbolística criolla, que ha combinado con espanto programático la Copa Chile y el Torneo de Apertura, lejos lo más llamativo para el análisis futbolero ha sido lo expuesto por Universidad de Chile.
El equipo de Martín Lasarte es la paradoja misma: está invicto en ambos campeonatos, pero da la sensación de estar lejos de ser una escuadra sólida o, al menos, una que está encaminada por vías claras en cuanto a propuestas.
La U, hoy, está cimentada más por el talento individual, por los destellos, y no por la fortaleza colectiva.
No conduce hacia un objetivo. Se deja llevar por la inercia. No acciona, sino que reacciona. Responde, pero no propone.
Está claro que se puede suponer que con el correr de las semanas se irá arreglando la carga, que Lasarte encontrará la oncena titular, que las piezas comenzarán a engranar. Pero sí es lógico poner atención a un detalle que podría también frenar el ensamblaje.
La estructuración del plantel parece estar algo desequilibrada en términos de necesidades. La U apostó sus cartas buscando mayor variedad y peso en sus afanes ofensivos, dando una señal potente sobre cuál es el corazón de su filosofía. Será, sin duda, un equipo que cuando decida ir a buscar el arco contrario podrá elegir entre las diagonales de Rubio, la subida por la banda de Ubilla, el retraso de Canales para buscar espacios, el buen pie de Valencia, la claridad de Lorenzetti, el despliegue de González desde el medio hacia la punta, o la potencia física de Benegas.
Pero eso le servirá harto bajo una condicionante: que tenga la pelota.
Y ahí es donde parece no haberse puesto bien la mira.
La U, para provocar la explosión de su generosa ofensiva, también requiere ser la que imponga términos, la que salga con claridad, la que no tenga que estar batallando por la supervivencia de su arco. Y en ese tema, al menos en este inicio de temporada es donde Universidad de Chile no ha dado el tono.
Al equipo de Lasarte le faltaba en el torneo pasado, y le sigue faltando hasta ahora, volumen de juego defensivo. Que las constantes subidas de Corujo tengan asistencia de los volantes. Que por fin la U pueda tener una pareja permanente y bien aceitada en su zaga central. Que alguna vez no haya improvisación en el lateral izquierdo. Que al menos uno de los volantes centrales, el que sea, sienta que debe asistir a los defensores y olvidarse de caer en la tentación de ser un mediocampista "moderno" y soltarse en ataque.
Lasarte, pese a las bondades de su plantel, tiene trabajo por delante. Aunque siga ganando por peso específico, hay que exigirle más. No le debe bastar con ganar.