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Editorial
Viernes 31 de julio de 2015
Captura internacional
El gobierno mexicano no solo debe encarcelar a los capos mafiosos -como el prófugo "El Chapo" Guzmán-, sino desbaratar las redes que han tejido estos en la sociedad mexicana...
Como una prueba de la alta prioridad que le atribuye a la captura del narcotraficante prófugo "El Chapo" Guzmán, el gobierno mexicano ha acudido a la colaboración internacional para terminar con sus actividades ilícitas, y devolverlo a la cárcel, o eventualmente extraditarlo a EE.UU. donde tiene menos probabilidades de un nuevo escape. El primer país al cual acudió, por su experiencia y capacidad de recabar información, fue Estados Unidos, pero también hay especialistas de Guatemala y Colombia.
Reconocidos oficiales colombianos que actuaron para neutralizar al cartel liderado por Pablo Escobar han compartido sus conocimientos en la metodología de búsqueda de delincuentes, así como en tareas de inteligencia. Expertos de la DEA, la agencia antidrogas norteamericana; del servicio de inmigración y del FBI, así como del Departamento del Tesoro, están apoyando activamente a las autoridades mexicanas, en una demostración de que cuando existe un caso tan complejo de seguridad, hay que buscar más allá de las propias fronteras las mejores prácticas y establecer un trabajo conjunto. Una lección que podría aplicarse al caso de la inseguridad en La Araucanía, que tiene ramificaciones internacionales, ya que es sabido que los grupos violentistas que dicen representar al pueblo mapuche reciben apoyo y financiamiento de ONG internacionales y de activistas extranjeros.
En el caso mexicano, hay una obvia urgencia por detener al prófugo, pero la tarea no acaba ahí, ya que no es suficiente capturar al cabecilla, pues la organización sigue intacta, especialmente si no se desbarata la red de financiamiento y lavado del dinero obtenido de la droga. Roberto Saviano, escritor italiano autor de "Gomorra", un acabado estudio sobre la mafia en Italia, ha dicho por estos días que los carteles mexicanos han adquirido una sofisticación que los transforma más bien en una organización mafiosa, similar a las italianas. Y es categórico en apuntar no solo a los narcotraficantes como responsables del fenómeno: "No puede haber mafia sin vínculos directos con la política, los empresarios, con el Poder Judicial; son lazos que van más allá del simple soborno y la corrupción". Vistas así las cosas, el gobierno mexicano tiene un trabajo arduo, pues no solo requiere encarcelar a los capos mafiosos, sino desbaratar las redes que han tejido estos en la sociedad mexicana.
Uno de los aspectos clave de esta lucha es la de terminar con la red de financiamiento y lavado del dinero ilegal, y para eso Estados Unidos está muy involucrado. El Departamento del Tesoro anunció que vigilará de cerca los movimientos de dinero, al tiempo que ha pedido intercambio de información al respecto. Según el FBI solo con la colaboración internacional será posible combatir a estos carteles.
Las cosas se complican cuando en un país como México, una encuesta reciente del diario El Universal mostró que solo el 42% de los mexicanos cree que "El Chapo" es un villano, el 12% lo ve como un héroe, mientras el 43% dice que no es "ni una ni otra cosa". Más allá del relativismo de las encuestas, otro signo de interrogación del cual ocuparse.