No da lo mismo el orden de los partidos de un torneo. Partir jugando con los más duros o con los más débiles hace una diferencia. Afecta cumplir las primeras cuatro fechas con 12 puntos o con uno. Puede dar lo mismo en puntaje, pero emocionalmente es muy diferente, ¿y qué es el fútbol sino un manojo de emociones? (Es como en las elecciones, cuando un sector pide a sus simpatizantes que vayan muy temprano o muy tarde a votar. ¿Para qué? Vaya uno a saber. ¿Para que los rivales se confíen en que "los otros no han ido a votar" o asustarlos porque "ya han ido demasiados"? Quién sabe).
Lo concreto es que se sacan cuentas -pocas son alegres- de cómo nos afecta el sorteo de las clasificatorias para el mundial ruso, en especial las 4 fechas a jugarse durante lo que queda de este año. ¿Es bueno empezar contra Brasil en Ñuñoa y luego ir a Lima, recibir a Colombia y cerrar visitando Montevideo? ¿Es malo? ¿Da lo mismo? Solo lo sabremos el 16 de noviembre, luego de jugado el partido contra Uruguay. Lo demás es especulación. Casi adivinanza.
Hace 30 o 40 años tal vez habría sido menos complicado, cuando la composición de fuerzas del fútbol sudamericano era diferente (además de que se jugaba en otro formato) y el poderío de los grandes era prácticamente incontrarrestable. Con el correr del tiempo las distancias se han acortado y países que entonces apenas empezaban hoy se han consolidado en un nivel francamente competitivo.
Durante muchos años hubo tres franjas nítidas en el cuadro de las fuerzas sudamericanas. En la primera, Brasil, Argentina y Uruguay; en la segunda, Chile, Paraguay, Perú y Ecuador; en la tercera, Colombia, Bolivia y Venezuela.
Hoy, sin que las variaciones sean decisivas ni garanticen ser estables por muchos años, las franjas son: Brasil, Argentina y Chile (ascenso nacional de acuerdo a la reciente Copa América) en la primera; Colombia, Ecuador y Uruguay en la segunda; Paraguay, Perú, Bolivia y Venezuela en la tercera. Tal vez puedan establecerse 4 franjas. O 5. Pero las aquí propuestas no son seguramente un despropósito.
Considerando el estrechamiento de las distancias, las dificultades de los grandes y el fogueo de la mayoría de los jugadores en torneos europeos, los vaticinios se hacen difíciles, aunque nadie duda de que Brasil y Argentina tienen los boletos en el bolsillo. La competencia, para ellos, es una cuestión protocolar. La única duda es cuánto más o cuánto menos les cuesta y quiénes serán los afortunados que les resten puntos. La lucha es para los demás y ninguno es descartable. Para los chilenos se trata de ganarles a todos los que se pueda y empatar con los que no se pueda. En cualquier orden. Como dijo Martín Fierro, "no importa cuántos son, sino que vaigan saliendo". Es simple...
¿Qué tenemos y qué nos falta? Tenemos un muy buen equipo titular. Un equipo notable. Y un plantel breve. Muy breve.
Lo que nos falta es renovación y no perder lo andado. ¿Cuánto nos duró la experiencia del Mundial del 62? ¿Cuánto nos duró la eficacia del Colo Colo del 91? ¿Cuánto duró el N° 1 del mundo del "Chino" Ríos? Respuesta para cada caso: nada.
¿Cuánto nos durará sobre la cabeza la corona de campeones de la Copa América? Tratemos de que sea más.
Para eso necesitamos renovación. ¿La conseguiremos con la mayor cantidad de extranjeros en competencia de todos los países sudamericanos? Esa es la pregunta, más que los partidos sorteados de aquí a noviembre.