Señor Director:
Conviene hacer un par de alcances a la
columna del martes de Axel Kaiser en la que, una vez más, se manifiesta contrario a los derechos sociales.
Su primer error consiste en considerar que tales derechos son promovidos solo por los socialistas, en circunstancias de que se trata de derechos fundamentales que hace ya décadas forman parte de las Constituciones políticas de todos los Estados democráticos y de tratados internacionales de DD.HH., el primero de los cuales en esta clase de derechos tiene ya casi medio siglo y fue aprobado por la ONU en 1968. Si los derechos sociales fueran solo una ocurrencia de los socialistas, podrían haber sido dejados sin efecto en tantos puntos del planeta en que no gobiernan los socialistas. ¿Por qué no ha ocurrido así?
El segundo error consiste en la reiterada afirmación de Kaiser acerca de que los derechos sociales son una utopía, promesas de unos ilusos que quieren conducirnos al Paraíso. Los sectores conservadores que se han opuesto siempre a la expansión de los derechos humanos han pretendido desprestigiarlos como si se tratara de cartas al Viejito Pascuero. Me imagino que la abolición de la esclavitud pareció a muchos en su tiempo una utopía (¿cómo iba a funcionar la economía sin esclavos?), lo mismo que el voto femenino, que tiene poco más de un siglo.
Los DD.HH., de cualquier clase que sean, tardan en realizarse. Desde que se declaran pasan algo así como un tiempo en la incubadora. Los Padres Fundadores de EE.UU., en 1776, declararon solemnemente que "los hombres nacen libres e iguales", y tenían esclavos en sus haciendas. Solo 100 años después, Lincoln pudo hacer aprobar la ley que abolió la esclavitud. Y otros 100 años más tarde, en 1965, Martin Luther King fue abatido a balazos al liderar la causa de los derechos de la población negra en ese país.
Así nacen y se desarrollan los derechos fundamentales, trabajosamente -y a veces también nada pacíficamente-, de la misma manera que avanza hoy esa clase particular de ellos que son los derechos sociales.
Agustín Squella