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Editorial
Jueves 30 de julio de 2015
Desafíos empresariales en América Latina
Con las providencias del caso, las empresas chilenas no deben renunciar a crecer hacia América Latina...
En una saludable demostración de transparencia, los máximos directivos de LAN, los hermanos Enrique e Ignacio Cueto, se han referido a las dificultades por las que atraviesa la aerolínea nacional, incluyendo las que les ha acarreado su proyecto más ambicioso, la absorción de la brasileña TAM. Se desprende de sus declaraciones que la empresa está sana, pero fuertemente afectada por el desfavorable escenario regional. Su caso es representativo de un fenómeno más general: la expansión de las grandes empresas nacionales hacia los países vecinos ha sido puesta a prueba ahora que las economías latinoamericanas vuelven a vivir tiempos de estrechez.
LAN, junto a las principales compañías del sector eléctrico, el comercio, las forestales y otras, ha sido protagonista del auspicioso proceso de crecimiento internacional de nuestras empresas. Cuando se anunció que asumiría el control y se fusionaría con la gran aerolínea del Brasil, los analistas y los mercados aplaudieron sin reservas lo que parecía el caso más exitoso de creación, a partir de una empresa nacional, de una multinacional latinoamericana. La prensa internacional destacaba que la aerolínea fusionada podría encumbrarse al primer puesto en cuanto a valoración bursátil de las compañías del rubro a nivel mundial. Cinco años más tarde la acción de LAN se cotiza a casi un tercio de lo que valía entonces. Solo a lo largo del presente año ha descendido 40% y destruido US$ 2.300 millones de valor para sus accionistas.
Aparentemente, casi nada ha salido como se esperaba. A nivel mundial el transporte aéreo ha sido afectado por el alto costo del petróleo de los últimos años. América Latina ha paralizado su crecimiento. En Chile la desaceleración ha golpeado el tráfico aéreo y las reformas que impulsa el Gobierno provocan incertidumbre. Hoy cerca de la mitad de los ingresos de LAN proviene de Brasil, cuyo PIB se estima caería 1,5% en el presente año, sufre una inflación de 9%, ha depreciado fuertemente su moneda y está sumido en una crisis política de imprevisibles consecuencias. Adicionalmente, pese a que habría sido objeto de una cuidadosa inspección previa, TAM aparentemente guardaba contingencias y riesgos mayores a los previstos. La fusión misma ha operado con sorprendente lentitud -recién el próximo mes ambas aerolíneas estrenarían su marca común, LATAM- y son muchas las quejas acerca de un relativo deterioro de la calidad de servicios en la otrora tan valorada aerolínea nacional.
Aunque lamentables, ninguna de estas dificultades justificaría abandonar la estrategia de expansión internacional de LAN, así como tampoco la de otras grandes empresas nacionales. Sus directivos parecen tenerlo claro y confirman estar llevando adelante un masivo plan de inversiones. Para nuestras grandes empresas, el desafío de expandirse hacia América Latina, o incluso más allá, es irrenunciable. Les posibilita adquirir un tamaño superior al que nuestras fronteras permiten, aprovechar economías de escala y sacar máximo partido a las habilidades y conocimientos desarrollados en su exitosa trayectoria local. Para Chile -país pequeño, pero de notable capacidad empresarial-, la internacionalización de sus empresas es una inmejorable oportunidad para ampliar su gama de exportaciones, proveyendo a sus filiales en el exterior de servicios y materias primas locales, para abrir nuevos horizontes para sus profesionales y técnicos, para ampliar sus capacidades de investigación y desarrollo y, en general, posicionarse como un polo financiero y empresarial a nivel regional, así como Irlanda lo es en Europa o Singapur en Asia.
Las dificultades políticas, económicas y de gestión que hoy enfrentan nuestras empresas en la región son inherentes a un proyecto empresarial complejo, pero con atractivas perspectivas a mediano plazo. Desde luego, las compañías involucradas habrán de revisar si han asumido el desafío con todos los requerimientos necesarios en cuanto a conocimientos de los países a los que concurren, cuadros técnicos chilenos o locales bien preparados, y un respaldo de capital suficiente para afrontar los pronunciados altibajos de las economías de la región. Pero, con las providencias del caso, nuestras empresas no deben renunciar a incursionar y crecer hacia América Latina.