El cuerpo incorpora hábitos. Lo que es muy bueno porque si cada vez que vamos a comer, por ejemplo, tuviéramos que pensar en cómo se usa la cuchara, estaríamos tan ocupados en cómo funcionar en la vida que no tendríamos tiempo para nada.
Consumir es un hábito y el cuerpo también lo incorpora. Y se hace automático. No solo comprar innecesariamente, también tener el teléfono prendido todo el día, producir ruidos constantes que nos distraigan, hablar sin cesar o tener siempre la radio del auto prendida. Cuando cambiamos hábitos, el cuerpo reclama y la tendencia, entonces, es a repetir.
Ayuda detenerse a veces y tratar de pensar y sentir qué será lo que necesitamos. Las primeras respuestas van a ser las del cuerpo adicto. O sea: llama por teléfono, manda un mensaje, cómprate algo lindo, prende la radio, etc. Después de eso, si guardamos un instante de silencio, vendrán otras preguntas y otras respuestas.
Por ejemplo. Dicen que es bueno abrir el clóset una vez al año y ver qué no hemos usado en todo ese año. Tomarlo y regalarlo, cambiarlo con las amigas/os por otras ropas viejas que para cada una serán nuevas o darlo a los más necesitados. Muchas personas que han hecho el ejercicio se dan cuenta de que no quieren deshacerse de casi nada. Descubren que esa pollera tan linda mejor se la quedan, que esa corbata era muy cara para botarla y así van acumulando y repletando sus clósets de ropa, contentos de tener mucho.
Si pensamos que somos un clóset, el ejercicio es útil. Ojala más de una vez al año.
Porque revaloramos algunas cosas olvidadas y decidimos tal vez incorporar nuevas. Lo importante es el acto de reevaluar. Porque, ¿qué necesitamos? Solo hacerse la pregunta tiene valor.
Tal vez lleguemos a lo más esencial o a lo olvidado. ¿Qué pasa en el silencio si prescindo de tanto ruido? ¿Qué pasa con mis relaciones si son pocas y seguras? ¿Qué pasa que necesito tanto? ¿Tendré miedo?
Solo propongo hacernos la pregunta. Hacer el ejercicio de botar o regalar o prescindir. O quedarnos con todo. Pero romper la rutina silenciosa que se instala en el cuerpo como hábito y no nos permite cambiar.
Acumular no es tener.