Esta es la historia de Violette Leduc, la escritora francesa que quedó en la segunda fila del poderoso movimiento literario de la postguerra. Es su biografía, a lo menos desde que es abandonada por Maurice Sachs, su pareja simulada, también escritor y homosexual atormentado que más tarde marchó a Alemania, donde aparentemente se suicidó en 1945.
Sola y sin recursos, Violette (Emmanuelle Devos) parte a París, donde recompone su economía traficando en el mercado negro. Tras acceder a un primer libro de Simone de Beauvoir (Sandrine Kiberlain), se obsesiona con ella, logra conocerla y ese encuentro cambia el rumbo de su vida: accede a los editores, publica su primer libro (La asfixia) y se asoma al circuito de los grandes intelectuales del medio siglo francés. No es todo: Simone de Beauvoir será su financista secreta a lo largo de todos sus malos tiempos.
Pero Violette no es una mujer sencilla. Detesta a su madre (Catherine Hiegel) por haberla engendrado con un padre desconocido, se trata a sí misma como "la bastarda", se considera fea ("el pecado mortal de una mujer"), lidia con su sexualidad lésbica y sobrelleva con enojo la soledad y la falta de amor.
Simone de Beauvoir detecta que esa vida desesperada e inconformista puede encontrar un destino en la literatura, y la alienta para que escriba su propia vida, sus peores momentos, sus sueños más desgarradores, las experiencias más traumáticas. Nada es suficiente para Violette, la fea y la sola, la desgraciada perpetua.
El cineasta Martin Provost -aficionado a las vidas de artistas, famoso por la polémica Séraphine(2008) que le hizo perder un juicio por plagio- se apega al punto de vista de Violette con toda la estrictez que puede. Ordena su relato en siete capítulos con las personas y los lugares más importantes en la vida de Violette. Es una elección importante, porque el material pudo haber originado una narración torrencial y llena de distracciones. También se contiene -bienvenido pudor- con la representación de los famosos, y hasta se agradece la ausencia de Sartre, Camus, Colette y similares.
El denodado esfuerzo por transmitir fuerzas interiores hace que el retrato de Violette termine siendo muy limitado: un caminar acelerado, bastante brusquedad, muchas muecas de angustia y unas cuantas pataletas más próximas a la histeria que al desgarro existencial. La turbulenta historia de la Francia moderna transcurre por algún lugar que no está en la pantalla. En cambio, pasan por delante los nombres famosos, en lo que puede ser el lado más interesante de Violette: la manera en que una figura de segunda puede sobrevivir a la sombra de los grandes y hallar, aun en esa condición subalterna, una redención por la literatura, como pequeña confirmación de que esta es, al final, más importante que la fama.
VioletteDirección: Martin Provost.
Con: Emmanuelle Devos, Sandrine Kiberlain, Olivier Gourmet, Catherine Hiegel, Jacques Bonnaffé, Olivier Py.
139 minutos.