Pese a que Vladimir Putin proclamó el futuro liderazgo de los BRICS, probablemente es en la OCS donde se concentre el mayor potencial de integración y cambio proveniente de los llamados países emergentes.
La coincidente celebración en Rusia de la cumbre de la Organización para la Seguridad de Shanghai (OCS) y de los países BRICS, cuando aún no remite la preocupación internacional por las turbulencias financieras chinas, concluye una semana paradójica. Precisamente cuando China ha vuelto a firmar ambiciosos acuerdos en ambas cumbres, se ha revelado con meridiana crudeza el talón de Aquiles de la volatilidad de sus bolsas, y la vulnerabilidad de los anfitriones, y del mundo, ante eventuales catástrofes financieras.
En lo inmediato, el Kremlin aún celebra su éxito diplomático que congregó en la multicultural ciudad de Ufa a tres constelaciones de países. El viernes se reunieron los presidentes de los miembros de la OCS, formada por China, Rusia, Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán y Uzbekistán, y el día anterior los líderes de la mediática sigla BRICS, que congrega a Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica. Entre ambas citas todos coincidieron informalmente con representantes de la Unión Económica Euroasiática (UEE), formada por Bielorrusia, Rusia, Armenia y Kirguistán.
Pese a que altisonante , el Presidente ruso, Vladimir Putin, proclamó que los BRICS son los "futuros líderes del mundo", muy probablemente es en la OCS donde se concentre el mayor potencial de integración y cambio proveniente de los llamados países emergentes.
A diferencia de los BRICS, desperdigados por distintos continentes, los de la OCS forman una compacta continuidad geográfica, además de histórica, con potencial para impactar tanto dentro como más allá de sus fronteras, en primer lugar debido al liderazgo chino. Beijing no es la anfitriona estelar de la reunión, pero sí el gran protagonista de fondo con su megaproyecto denominado Ruta de la Seda, cuya aportación financiera y rutas abarcan a Asia y llegan a Europa, además de a la península arábiga y África.
Al respecto, el Presidente chino, Xi Jinping, declaró que la OCS debe integrar las iniciativas de la Ruta de la Seda y las aspiraciones de Rusia en el marco de la Unión Económica Euroasiática. En tanto, Putin subrayó el colosal beneficio económico que reportará a todos las medidas que contribuyan a incrementar el turismo chino.
Por otro lado , la admisión en la organización de dos potencias nucleares y rivales, como son India y Pakistán, probablemente contribuirá a la seguridad mundial en la medida en que, en tanto vecinas de Afganistán, enfrenten, como sus socios, la expansión islamica radical e intercontinental de nuevo cuño que confluya en ese teatro estratégico. El acercamiento entre India e Irán es otro de los objetivos de la OCS que ha subrayado la cumbre, junto con la adopción de medidas concretas para, además de combatir el terrorismo, impulsar una mejor conectividad, aminorar barreras comerciales y bajar aranceles entre sus miembros.
Tras la promisoria cumbre de la OCS ha quedado claro, sin embargo, que no es una alianza política, económica ni militar ni remotamente comparable a la UE ni a la OTAN. En cualquier caso, una Eurasia de nuevo cuño, en la que probablemente predominará la hegemonía china, continúa avanzando a su ritmo.
Por ahora, con el telón de fondo de un escenario financiero volátil (no necesariamente incontrolable), se constata la inexistencia de un líder de estatura global dentro de las organizaciones reunidas esta semana en Ufa. Y sin que se observe tampoco en Occidente, con dirigentes relativamente maniatados por sus propias circunstancias.
Augusto Soto Director del Dialogue with China Project, Barcelona.