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Cartas
Lunes 06 de julio de 2015
El Gobierno y la salud: Caminar y mascar chicle
Alguna vez se dijo de un Presidente norteamericano que "no sabe caminar y mascar chicle al mismo tiempo", graficando con ello la incapacidad de su administración para acometer varias tareas de forma simultánea. Y esa expresión es perfectamente aplicable al Gobierno chileno, que utiliza su poca energía para impulsar una errática reforma educacional, enviar a trastabillones iniciativas sobre probidad o a resistir como sea la prolongada huelga de los profesores. Está inmovilizado, no ha sabido priorizar su agenda, enfrenta desconfianzas y no logra encontrar una salida. Dicho de otra manera, no ha podido caminar y mascar chicle al mismo tiempo.
Un gobierno que llegó dotado de un mayoritario apoyo -ya perdido- debió en su momento orientar su acción a los reales problemas de la gente. Uno de ellos es la educación, que ha encarado con una reforma que nadie sabe hacia dónde camina y donde ni siquiera está presente el concepto de calidad. El otro es la salud, que afecta a miles de chilenos, especialmente a la población más vulnerable. De reformas a ese sector, nada.
Parafraseando el lenguaje médico, el diagnóstico del sistema de salud es "de extrema gravedad". La deuda hospitalaria asciende a los 155 mil millones de pesos, las listas de espera afectan a 230 mil chilenos, faltan médicos generales y especialistas, y hay retraso o paralización en los programas de inversión. Ni hablar del Plan 20-20-20, que se prometió en la campaña presidencial: entregar 20 hospitales, comenzar a construir 20 más y dejar licitados otros 20 antes del 2018. Un cuadro desolador, sin considerar la permanente amenaza de movilizaciones o paros de los gremios del área.
La realidad que existe en el nivel terciario de salud (atención hospitalaria) contrasta con los avances logrados en el primario (consultorios, postas, Cesfam y Cecof) y, en gran medida, el secundario (de diagnóstico y especialidades). Hay que reconocer que, con mayor o menor éxito, las municipalidades se han adaptado a las necesidades de la población local, descentralizando y desburocratizando la atención. Se ha alcanzado una media de calidad, donde además de los recursos económicos -aportados por el Estado y los propios municipios- importa una gestión eficiente y focalizada.
El problema mayor se presenta cuando los pacientes necesitan atención en hospitales, que en la situación actual no absorben esa demanda. Esa es la razón de la existencia en la comuna de Las Condes del plan "Salud para Todos", que les permite a sus vecinos acceder a atención hospitalaria de primerísima calidad, para afiliados a Fonasa o isapre, utilizando un subsidio municipal y cancelando un copago mínimo, que en la actualidad no supera los 30 mil pesos por cirugías.
Todo ello ocurre en la Clínica Cordillera, un buen ejemplo de lo que se puede lograr a través de una alianza público-privada. Es notorio que las clínicas privadas han crecido enormemente, aumentando su infraestructura y su capacidad de atención. Por la vereda del frente se observa una salud pública con niveles masivos de demanda, que no está funcionando al ritmo de las necesidades y que debiera, al menos, reducir las listas de espera.
Si una municipalidad puede subsidiar el copago de sus vecinos, ¿por qué no lo puede hacer el Estado habiendo tanta necesidad? ¿Por qué no negociar con el ámbito privado para que atienda a los chilenos que esperan por años?
Recientemente, una clínica privada anunció el estudio de un plan de seguro para los afiliados a Fonasa, abriéndose la posibilidad de que a ella puedan llegar personas que en la situación actual no podrían hacerlo. Sería deseable que las autoridades de Salud acogieran esa idea, pero lo más seguro es que ello no ocurra. La institución en cuestión es de aquellas denominadas "clínicas cuicas" por una ex ministra del ramo, revelando un pensamiento sectario que ubica a la iniciativa privada en el terreno de lo perverso.
Cuando se trata de la vida de las personas no se puede actuar con pequeñez. Cuando se dice con majadería que disminuir los niveles de desigualdad es el gran propósito del Gobierno, hay que abrir la mirada y orientar la acción a aquellas áreas donde las diferencias son abismantes. La salud es una de ellas y, mientras las autoridades no realicen acciones concretas para abordar el problema con urgencia y realismo, los chilenos seguiremos pensando, con razón, que al Gobierno le ocurre lo mismo que al ex Presidente norteamericano: no sabe caminar y mascar chicle al mismo tiempo.
Francisco de la Maza
Alcalde de Las Condes