Compatriotas:
Yo puedo hacer llover, no es fácil, pero se puede.
Aprendí el oficio en México, entre chamanes y brujos, y he recorrido el mundo con este conocimiento quimérico y ancestral.
El dios azteca de la lluvia se llama como yo, Tláloc, y se le hacían devotas rogativas, siempre con mucha fe, porque sin fe la rogativa no va a ningún lado.
No sé cómo estarán con la fe.
Sin fe es una mera pérdida de tiempo, que es lo que no podemos perder en estos momentos de sequía.
Lo mío es un emprendimiento honrado y eficaz.
Ya no bastan las canciones infantiles:
"Que llueva, que llueva
La vieja está en la cueva
Los pajaritos cantan
Las nubes se levantan".
Hay que invocar la lluvia de otra manera, abrir la mente y prepararse para lo que viene.
El país no puede seguir esperando por las gotas de lluvia sobre nuestros campos, ciudades y cabezas.
Les voy a revelar lo que nunca digo, pero me anduve apiadando, porque la situación es crítica y estamos demasiado necesitados de agua, así que la verdad es lo primero: lo realmente seguro es el sacrificio humano.
La rogativa con fe provoca lloviznas ligeras y hasta una tarde de lluvia intermitente, a veces y tampoco siempre, pero eso moja poco y nada.
Lo realmente certero para el agua tupida y a cántaros es el llamado sacrificio humano.
Esto es lo que necesitamos, porque los chilenos estamos más secos que garganta de coyote y más tiesos que calcetín de charro andariego.
El procedimiento para elegir al sacrificado es sencillo, porque el dios Tláloc lo tenía muy claro y una cosa nomás les pido: no se me precipiten, pero tampoco se me queden.
Se pone el nombre de la diosa del agua en un papel y el elegido debe leerlo de corrido y sin faltas.
Y el que no lo hace bien y se le traba la lengua, se va de sacrificio humano.
Y si son dos chilenos o tres chilenas o más, bueno, eso depende de la ansiada lluvia, pero por lo seco que estamos, se precisan cuatro sacrificados por lo bajo.
El nombre de la diosa, para que lo vayan masticando, es Chalchiuhtlicue.
Quedamos en que el sacrificado debe ser relativamente joven o relativamente viejo, así que vayan descartando la proposición que mandaron del Ministerio de Relaciones Exteriores, porque el señor embajador en México, don Ricardo Núñez, hace ya varios años que dejó la categoría de relativamente viejo.
No califica para estos efectos y ni siquiera como yapa.
Lo que coincide con las otras propuestas, también rechazadas: el señor del bolero Lucho Gatica; el arquitecto y además director de cine, según dicen, don Álvaro Covacevic, y el ex futbolista Carlos Reinoso.
Supongo que lo tienen claro: el que pronuncia Chalchiuhtlicue de una vez, se salva; y entre los que se trapican con el nombre, se elige el sacrificio humano.
La próxima semana, si el tiempo lo permite, les envío el segundo informe y esta vez con las deidades extranjeras.
Y además les añado una listita con las ofrendas, porque se los repito: sin sacrificios humanos no hay lluvias en serio.