La fórmula "carne con tallarines" es siempre ganadora en Chile. Igual que su prima, "carne con arroz y tomate", plato nacional. O ese otro pariente, capaz de consolar a cualquier chilenito con depre, el "arroz con huevo frito".
El restorán Prego, que conserva el estilo con que se inició hace años por un mendocino emprendedor, ha incorporado platos achilenados, ya puestos a prueba en Don Peyo, quien controla ahora el timón.
Pruebas al canto. Unas empanaditas fritas de carne mechada con queso ($4.500 las seis), bien hechas, que interesarán a los amigos de innovaciones. Fiel a sus raíces, Prego ofrece también varios antipasti, de los cuales probamos prosciutto -de muy buena familia- y queso parmesano -de sabor poco intenso; quizá cuestión de madurez- ($7.500). Esto, con buen pan y pocillos individuales de aceite de oliva, anima hasta al más decaído.
Dateados, probamos la plateada al horno con tallarines, presentados como fettuccini al aceite de oliva ($8.500). Buena la plateada, como era de esperarse dada la experiencia de la "casa madre"; a los tallarines les sobró un punto de cocción (claro: así, pasaditos, es como gustan al chileno...) y, de nuevo, al queso parmesano -abundante- le faltaba esa mordiente y punto de intensidad deseables. Es un plato, como decíamos, ganador; pero nos hubiera gustado más aceite de oliva, y pensamos que los jugos líquidos de la plateada no acompañan tan bien a la pasta como un poco -¡solo un poco, hemos dicho!- de salsa de tomate, como es lo común en las casas. En esta línea, sugeriríamos ensayar con otro ganador -era el plato chileno favorito de René Acklin, nada menos-, los porotos con rienda, de la extensa familia mediterránea de leguminosas con pasta, a la cual pertenece también el minestrone. Porotos con rienda enchuladitos... qué maravilla sería. O un antipasto de fino queso de cabeza ("testina" la llaman en Italia)...
Buena cantidad de pasta lunga (es decir, variedad de fideos) con sus salsas, y de pasta rellena, de la cual probamos dos: cannelloni del cuoco ($9.200), rellenos con jaiba, muy delicados (quizá demasiado; con algo más de sal mejoraron notablemente), y panzotti della mamma ($10.990) rellenos con carne desmenuzada de congrio -en realidad era un pescado más sabroso-, en una rica salsa de anchoas (poco presentes), alcaparras (muy bienvenidas en la crema) y hongos. De los ostiones, anunciados para cada panzotti, encontramos solo dos en la salsa. El plato ganaría con sabores más pronunciados.
¡Grandes postres! Excelente tiramisú (aunque no llevara mascarpone), bien cafesoso ($3.400); espléndida mousse de chocolate al Grand Marnier ($3.500) y perfecto flan con caramelo y manjar blanco ($2.800). Como dicen los ingleses, "All is well that ends well". Buen servicio. Muy recomendable, y más todavía con pequeños perfeccionamientos (cocción de la pasta, descripción atenta de los platos...).
San Pascual 72, Las Condes. 2 2208 7550.