La depresión es la enfermedad mental que más afecta a las mujeres en Chile y el índice de depresión en los hombres aumenta, no solo en el país, sino que en el mundo entero.
Más que hablar de prevalencias o causas, quisiera describir qué es estar deprimida/o. Porque es importante que lo sepamos. No es "la depre" del desgano, no es el cansancio de una vida agitada que no nos permite parar. Es más que eso.
Vamos a hablar de la depresión, no de "la depre".
La depresión es como una agonía que lentamente nos invade. Como si el yo que éramos se hubiera quedado mudo, en silencio. Es la pérdida de interés en lo que antes nos gustó o apasionó; es no querer hacer nada; es lo cotidiano convertido en imposible. Si antes mi trabajo, mis amigos, el teléfono que suena, la comida rica eran buenas noticias, ya no lo son. Son un esfuerzo infinito.
Uno sabe que es absurdo, que todos pueden, que uno antes podía. Pero ahora ya no es así, tengo miedo sin saber de qué, me es doloroso estar vivo, los otros me sobran, siento un cansancio creciente de cada día de mi vida. ¿Qué pasó? ¿Cómo perdí el interés por lo que antes me parecía interesante, importante, casi vital?
"El amor que antes me llenaba de alegría o deseo sexual o incluso de rabia, me parece distante, los hijos que eran mi chochera hoy me cansan, tengo una ansiedad que no controlo y no sé de qué". Sabemos que es absurdo, que sentir lo que sentimos no tiene lógica ni con quien hemos sido ni con nuestra historia. Sin embargo no podemos controlarlo.
¿Quiero a alguien? ¿Me quiero yo?
¿Cómo converso de lo que me pasa si me parece absurdo y si no lo entiendo? La muerte es un escape, aun cuando no tengo el menor interés en suicidarme. Antes la muerte me pareció una tragedia, hoy me parece un alivio. Porque estar vivo es doloroso, porque los otros me sobran aunque racionalmente sé que los necesito.
El propósito vital, o sea, las ganas de emprender cosas nuevas, de buscar, de conocer, de cumplir mis metas, está disminuido o ausente.
Sí, hay un quiebre, lento. Sí, hubo pérdidas, pero eso fue hace rato. Sí, hay depresivos en mi familia pero no yo.
Hay un quiebre en el amor, por mí, por el mundo y sus asuntos, por los otros.
Hemos descrito una depresión ya instalada, pero los síntomas vienen de a poco. Es importante saber cómo es, es importante no asustarse porque quien empieza a padecer estos síntomas necesita no tener vergüenza de hablar. Hay que romper el silencio para que los otros nos ayuden, nos lleven a tratamiento, nos cuiden y sobre todo no nos cuestionen con la razón, que es inútil.
Ayudemos hablando de esto, para que si alguien cercano lo siente, pueda hablarme sin miedo.