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Cartas
Martes 30 de junio de 2015
Delincuencia y propiedad privada
¿Puede una ideología contribuir al aumento de la delincuencia? Tras estos meses en que hemos podido apreciar en nuestro país una actividad delictiva cada vez más extendida y violenta, parece necesario preguntarse cuánta influencia ha tenido en dicha realidad el ataque ideológico que, de manera gradual pero sostenida en el tiempo, ha sufrido el Derecho de Propiedad Privada en las últimas décadas en Chile.
Desde hace años, algunos intelectuales y políticos nos han venido diciendo que preocuparse especialmente de la propiedad privada carece de justificación suficiente y viene a representar una cierta muestra de egoísmo, por lo que el ordenamiento institucional debía reducir el nivel de protección que le brindaba. Parece ser que bajo esa influencia, y pese a que, tal como nos recuerda la historia, la propiedad privada ha sido siempre la garantía clave de la libertad y de la posibilidad de desarrollo, los criterios fueron cambiando entre nosotros.
Así, nos fuimos acostumbrando a que grupos de personas, invocando "reivindicaciones ancestrales", ocuparan ilegalmente terrenos en el sur del país y a que se nos dijera que ello no era tan grave, puesto que solo se había afectado la propiedad privada, institución que esos grupos no querían reconocer (al menos, no en la manera en que ella estaba consagrada), y que, por lo mismo, el Estado los iba a premiar, regalándoles los terrenos en cuestión.
También nos fuimos acostumbrando a que hinchas de distintos equipos causaran graves daños antes, durante y después de los respectivos partidos de fútbol, tanto dentro como fuera de los estadios, y a que se nos dijera que ello no era tan grave, puesto que solo se afectaba la propiedad privada, y porque se trataba de personas que buscaban una manera de "descargar" las tensiones propias de la vida actual y del "sistema".
Después nos fuimos acostumbrando a que en las manifestaciones que se realizaban por las calles de las distintas ciudades del país se rayaran murallas, se dañaran o rompieran vitrinas, ventanas, paraderos y semáforos, e incluso se asaltaran locales comerciales, y a que se nos dijera que ello no era tan grave, porque solo se había afectado la propiedad privada, y porque no se podía pretender "criminalizar la protesta".
Entonces, cuando aparecen las bandas que roban cajeros automáticos y tiendas lanzando contra ellos vehículos que, a su vez, han robado previamente, ya no nos sorprende tanto que se nos diga que la culpa es de los dueños de los vehículos, porque no han tomado suficientes precauciones al entrar o salir de los mismos, o es de los bancos, porque no han protegido suficientemente los cajeros automáticos, o, en fin, es de las tiendas, porque han dejado especies valiosas (precisamente lo que venden) en ellas. Tampoco nos sorprende tanto que se nos diga que no es algo tan grave, porque en general hay seguros que van a responder por los daños.
Tampoco parece sorprendernos especialmente el que algunos juristas nos digan que es necesario reformar el Código Penal, precisamente para reducir los castigos que en él se contemplan respecto de quienes atentan en contra de la propiedad privada, pues a su juicio ellos responden a una visión excesivamente protectora de dicha institución.
Algunos expertos dirán que no es fácil determinar cuáles son todas las variables que una persona considera al momento de tomar la decisión de delinquir. Lo que parece claro, en todo caso, es que para ella será mucho más fácil hacerlo si entiende que no se trata de algo tan grave... puesto que solo se afecta la propiedad privada.
Germán Concha Z.