Las crisis sirven, muchas veces, para ordenar las cosas. Y así parece ser con la selección tras el "Ferrarazo" de Vidal. En el camarín, porque los liderazgos se reordenaron y la medida de suspender los días libres reinstaura un principio disciplinario a partir de la imposibilidad de garantizar que los jugadores se porten bien si no es en el encierro. Pagaron justos por pecadores, que es lo que habitualmente acontece, pero ratifica una tesis que es la mía: esta generación -tan talentosa- no es capaz de administrar sus propias libertades.
El acto de redención de Valdivia ("yo ya pagué por todos mis pecados"), de madurez de Pizarro ("tuve que poner el hielo, porque soy el más experimentado") y la pequeña rebelión de Claudio Bravo ("no necesito encerrarme para jugar al fútbol") reestableció el orden interno, otra vez diluido en el discurso tibio y el proceder pragmático de Jorge Sampaoli.
Pero mantiene la incógnita sobre Sergio Jadue, que filtra su malestar con la situación y termina fundiéndose en un abrazo con Arturo Vidal frente a las cámaras. ¿Cuál es la verdadera postura de la ANFP sobre este asunto? Una vez más no la sabremos, y no es que importe demasiado.
En lo futbolístico pareciera también que se ordenó la estantería. Volvió la línea de cuatro, Vargas fue delantero neto, Valdivia jugó de frente al arco y se retomó la verticalidad que parecía morigerada en pos del nuevo esquema. Es más: Sampaoli hizo lo lógico en el entretiempo al resguardar a Vidal y Sánchez, algo que parece obvio pero que habitualmente no se daba. Y terminó jugando con Valdivia, Matías, Pizarro, Aránguiz y Díaz en el mediocampo, que debe ser la alineación de mejor pie que se ha visto en los últimos tiempos. Y le dio una oportunidad a Henríquez por la banda.
Con todo ordenado -incluidas las visitas a Pinto Durán- ya se puede pensar en Uruguay. En los dos partidos de esta era Chile ha sido superior en el juego. Ganó en las clasificatorias y perdió en un amistoso, pero hay razones de sobra para mirar el partido con respeto y optimismo. La motivación existe y supongo que al interior de la concentración todos ya se han "juramentado" para cohesionar al grupo y "tapar bocas", que es lo que más les gusta a los futbolistas. Y en la pizarra hay variantes para enfrentar a una de las defensas más sólidas de América y, otra vez, la tarea será neutralizar el juego aéreo.
Nada que no se haya dicho hasta el cansancio en los últimos años, para una estrategia que requiere de concentración, fuerza y, sobre todo, mucho fútbol.
Es hora de poner a prueba los liderazgos. Ya no frente a la irresponsabilidad o la indisciplina. Ahora se trata del fútbol -ese clamor que le encanta a la gente en los momentos de crisis- y es hora de medirnos en un partido que marcará nuestra historia. Por mucho tiempo.