Conocidas ya todas las nóminas de la Copa América, Chile aparece como el equipo de más baja estatura promedio del certamen y, junto a Paraguay, el de mayor promedio de edad. Dos factores que no pudieron corregirse después de la Copa del Mundo, pese a que los problemas defensivos y la falta de renovación fueron una demanda obligada luego de la traumática eliminación frente a Brasil.

Si el debate por entonces era la falta de contundencia y de un hombre de área que le llenara el gusto al técnico, hoy la situación es similar. Y la posición de Jorge Valdivia como nueve enganchado se viene repitiendo...desde el Mundial de Sudáfrica, sin que pudiera solucionarse el desequilibrio entre situaciones de gol generadas y las que logran concretarse.

Quedaremos entregados -y creo que así lo entiende Sampaoli- al factor anímico de un equipo que sabe amortiguar las falencias con espíritu de lucha y concentración, que no pueden mantenerse a tope durante todo un torneo. Y a veces sencillamente no alcanza. Por eso la apelación a "los kamikazes" y el discurso poco optimista del técnico sobre la renovación y la calidad del medio local.

Jugar de locales un certamen continental implica una ventaja, pero al mismo tiempo una enorme presión. El anterior torneo en casa fue en 1991, y la ilusión se alimentó de un triunfo inédito e irrepetible: Colo Colo venía de ganar la Copa Libertadores, pero la Roja no replicó el esquema de juego y la opción se desvaneció entre penales perdidos y temporales. La próxima opción debería llegar en 44 años más, por lo que toda una generación aspira a presenciar un hecho inédito en más de un siglo de competencias: ganar algo.

México, uno de los rivales de grupo, vive una etapa curiosa: jugará Copa América y Copa de Oro; juega el sub 20 y vendrá al sub 17, clasificó a Panamericanos, Juegos Olímpicos y el próximo año iniciará su camino clasificatorio, mientras la sub 23 está en el Esperanzas de Toulon. Es decir, tiene un enjambre de jugadores en competencia que le permite proyectarse de manera interesante. Brasil trae una selección renovada y Colombia ha sumado nuevos nombres. Independientemente de la jerarquía de los planteles que engalanan la cita, hay una efervescencia y movilidad en nuestros rivales que provoca envidia y, al mismo tiempo, preocupación.

La fórmula de Sampaoli ya parece muy estudiada y neutralizada por los adversarios -y quizás de allí su creciente obsesión por el secretismo-, por lo que se requiere de un gran nivel en las individualidades para apostar a ganadores. Y eso limita el optimismo y frena el triunfalismo. Será, todos lo sabemos, una tarea muy complicada, pero no por eso imposible. Y, hablando fríamente, no hay fuera de este grupo nombres desequilibrantes a los que podría haberse recurrido. Con todo, sigue siendo un grupo de jugadores que se empeña en batir todos los récords históricos que están a su alcance. Claudio Bravo es un buen ejemplo.

La tentación es apostar en grande, pero la mano no parece tan buena. De los kamikazes depende.