¡Cómo no han aún reaccionado las mujeres contra el sexismo (así se dice ahora si uno quiere estar "IN") de la propaganda!
Nos prometen todos nuestros sueños si compramos A, nos aseguran el amor si compramos B y todos los adminículos domésticos están dirigidos a las pobres mujeres que se supone que ahora también trabajan y comparten las tareas domésticas con los hombres.
¿Alguien ha visto publicidad para las mujeres que hable de la flojera, del descanso, de disminuir la lata y el estrés de nuestra agitación cotidiana? Yo no. Ahora que somos ciudadanos del mundo, cómo no nos damos cuenta de que nadie en el medio empresarial o en las agencias publicitarias ha comprendido que una cosa es la cara que pongamos ante la adversidad y otra es la verdad de lo que sentimos.
Los colegios, las profesoras, las empleadas domésticas, los médicos, se suman a esta locura esperando de las mujeres lo que ni nuestras madres ni abuelas estaban dispuestas a dar. Lo que importa son los niños, la familia, el amor, los maridos. Y nosotros aún parece que tenemos que ser princesas: bellas, seductoras, impecables. Con razón las mujeres chilenas están tan cansadas y tantas están deprimidas. Tratando de hacerlo bien... no, de ser perfectas. ¿Qué pasa que no salimos a la calle como los estudiantes y decimos ¡BASTA! Tal vez de puro cansancio y miedo de que digan que enloquecimos.
Los hombres tampoco se salvan. Todos, en realidad, como ciudadanos comunes, estamos sometidos a la locura de que nos digan que si tenemos tumba en un determinado cementerio somos mejores familias o al menos vamos a dormir mejor porque tenemos el futuro resuelto. Eso no es verdad y todos lo sabemos. Hasta la muerte es sujeto de estafa.
Ningún crédito nos hace mejores padres ni nos da paz, ninguna crema nos devuelve la juventud ni nos borra las penas que nos definen, ninguna institución es nuestra "amiga". Y mejor no seguir porque habría que dedicar mil páginas a la mentira publicitaria. Siempre fue igual, solo que ahora, cuando se dieron cuenta de que la gente sufre por otras razones que antes, no tratan de vender un producto por barato o bello... hasta las botas dejaron de ser botas, ahora nos dan la posibilidad del "amor".
Creo de todo corazón que es tiempo de modernizarnos y de protestar ante el mal uso de nuestras preocupaciones y miedos para la venta de productos, tangibles o no.
Es peligroso acostumbrarse, porque es cierto que las palabras crean realidades y las mujeres chilenas no son así. Tampoco los hombres.