Muchas veces hemos sido testigos del sufrimiento que los compañeros de curso pueden causar a los niños que se sienten diferentes, y a la inversa, cómo puede ser de gran ayuda una palabra dicha en el momento preciso. La lectura es un maravilloso espacio para penetrar en la profundidad de los sentimientos de las personas. En los relatos es posible llevar a los niños a un mundo en el que la ternura que despiertan hace que el corazón se conmueva y se revele una verdad tan esencial, como que nuestras acciones y nuestras palabras tienen un enorme poder de crear dolor o felicidad.
En el libro "La lección de August" de R.J. Palacios, se narra la historia de un niño con una deformidad en la cara que lo hace distinto, sintiéndose discriminado por sus compañeros. Él quisiera pasar inadvertido y no ser objeto de las miradas de los demás.
Este es un libro para ser leído en niños a partir de los 12 años y su lectura puede favorecer el desarrollo de la empatía hacia quienes se sienten discriminados por su apariencia física. Su original relato, escrito en primera persona, resulta tan conmovedor que puede ayudar a sensibilizar a los niños en el sufrimiento de los otros y en la necesidad de aceptación. Es un aporte para disminuir la crueldad, no necesariamente consciente hacia los otros, a través del desarrollo de la empatía. El libro está escrito desde diferentes voces de quienes fueron muy significativos para el protagonista en ayudarlo a integrarse a la vida escolar, como su hermana Vía, que es un gran soporte y compañía, o su amiga Summer, que lo acoge cuando sus compañeros lo discriminan en situaciones tan corrientes como es la hora de almuerzo en el colegio.
También están su amigo Jack, que lo acepta en los trabajos de grupo y que cuando le falla se transforma en una gran decepción; Miranda, que siendo una gran amiga de Vía, tiene un vínculo muy nutritivo y lo conoce desde pequeño, y Justin, el novio de la hermana, que aparece casi al final del libro, pero que juega un rol muy protector.
Y por supuesto están los padres, que lo han acompañado en todo el proceso. Hay un párrafo especialmente conmovedor que refleja la dificultad de August para aceptar su condición, que me gustaría compartir para motivar a su lectura:
"Para mí, Halloween es la mejor fiesta del mundo. Mejor incluso que la Navidad. Puedo disfrazarme. Puedo llevar máscara. Puedo pasearme por ahí igual que cualquier otro niño con máscara, sin que nadie piense que tengo una pinta rara. Nadie me mira dos veces. Nadie se fija en mí. Nadie me conoce. Ojalá pudiese ser Halloween todos los días. Todos podríamos llevar máscaras siempre. Podríamos pasearnos por ahí y conocernos antes de ver qué aspecto tenemos debajo de las máscaras".