Centrarse en el reconocimiento de las capacidades de cada niño parece una premisa esencial si se quiere aportar a que cada cual pueda desarrollar sus talentos, sin embargo, a pesar de lo obvia que es esta afirmación, persiste en la forma de educar a los niños un paradigma, que busca más modificar los déficits que estimular y favorecer los talentos. Intentar haber convertido a Pablo Neruda en futbolista sería un absurdo tan grande como intentar convertir a Maradona en un poeta de fama mundial.
En el Museo de Bellas Artes se realizó recientemente una extraordinaria exposición del reconocido artista Christian Boltanski, quien a pesar de ser un mal alumno en la escuela, logra desarrollar al máximo su creatividad, porque es capaz de elaborar sus emociones y trascender hacia la espiritualidad. Boltanski creció en una familia que da permiso para la divergencia, que le permitió encontrarse con su talento artístico y tener un espacio adecuado para desarrollarlo. Él nace recién finalizada la Segunda Guerra Mundial, de una familia en que la madre era católica y el padre judío, por lo que el Holocausto está presente en toda su obra.
El apoyo de su familia fue fundamental, como planteó Isabel Margarita Haeussler, psicóloga y pintora, en un seminario sobre el artista, destacando la estrecha relación que existe entre arte, biografía y psicología. Diferente hubiese sido la trayectoria del artista si no hubiera contado con el incondicional apoyo familiar. Al analizar la historia familiar del pintor, ella describe: "Christian Boltanski tuvo que cambiarse varias veces de colegio por sus fracasos, tenía un pésimo rendimiento. Le cargaba leer, escribir era para él una pesadilla. Reconoce que hasta hoy tiene dificultades con la ortografía y considera que él es una persona de una cultura oral, que lee muy poco. Odiaba la escuela, nunca tuvo un amigo allí. Y la abandonó definitivamente a los 15 años. Pero siempre sintió que contaba con la seguridad del cariño y respaldo de sus padres. Les agradece que no lo hayan forzado a permanecer en el sistema escolar, porque según él señala, habría terminado en un psiquiátrico. Sus padres y hermanos, pese a sus dificultades, creyeron en él y lo apoyaron, especialmente cuando se empezó a interesar por el arte.
Cuando pienso en nuestros estudiantes encerrados al menos 6 u 8 horas al día, con escasa apertura al mundo externo, pienso en cuánta creatividad se estará perdiendo.
Ayudar a los niños a identificarse con sus talentos, visibilizarlos y darles la oportunidad de desarrollarlos, puede hacer la diferencia en sus trayectorias de vida.