Señor Director:
Algunos comentarios a
la última carta del profesor Squella:
1) La neutralidad del Estado es una utopía en la que no cree ni siquiera mi distinguido contradictor, que la propugna. Él en realidad propone un Estado laico, que es algo bastante distinto de neutro. Y el Estado laico, como no es neutro, también toma partido por una tesis: que Dios no existe, o de existir, su existencia no es necesaria para explicar todas las cosas;
2) Para sustentar la imposición del Estado laico propone eliminar las clases de religión en los colegios públicos, lo que no es neutro ni pluralista, sino una forma de adoctrinamiento típica de los Estados totalitarios de corte socialista (como la Unión Soviética, Cuba y la Alemania Nazi) que vulnera gravemente la libertad de culto, la libertad de enseñanza y el derecho preferente de los padres a educar a sus hijos. Considerando, además, que la mayoría de los chilenos profesa una fe religiosa, tal supresión constituiría un acto antidemocrático de imposición de las creencias de una minoría. En definitiva, si se imparten o no clases de religión debe ser una elección de los padres y no una imposición del Estado, y mucho menos so pretexto de pluralismo;
3) Sería bueno que la mera fachada del discurso pluralista cediera su lugar a la puesta en práctica, de modo que el señor Squella pueda explicar cómo el iusnaturalismo prestó sólidos fundamentos a Lincoln para abolir la esclavitud, y a Martin Luther King para oponerse a las leyes de discriminación racial, sin soslayar que fue Kelsen, con su sistema jurídico, quien elevó a la categoría de verdadero derecho las leyes genocidas y eugenésicas del régimen de Hitler.
Fernando Ugarte Vial