Pese al nombramiento de José Luis Sierra como nuevo técnico de Colo Colo, aún hay muchas áreas grises en el futuro deportivo del club. Eso se debe, fundamentalmente, a una transición tan borrascosa como ingrata, donde las primeras medidas de Aníbal Mosa resultaron confusas, contradictorias y también extrañas.
No todas las culpas pueden atribuírsele al actual presidente. El proceso de deterioro de los liderazgos que ha quedado en evidencia en las últimas semanas viene del período anterior, en el que cohabitaron un timonel como Arturo Salah, Juan Gutiérrez como gerente deportivo y un cuerpo técnico que puso en duda todas las jerarquías internas, incluyendo la de Fernando Carvallo, el influyente asesor de las divisiones menores.
Eran -como se dijo en su momento- demasiadas experticias y vanidades al servicio de una misma causa. Por más que en el papel era ideal tener tantas mentes futboleras para tomar decisiones, el choque de opiniones terminó por hacer crisis. En medio de ese panorama, era inviable que Tapia, Riffo y compañía, que parecían los grandes ganadores de la puja interna, siguieran gobernando sin contrapeso. Y al negarse el entrenador a restringir su cuota de poder, sencillamente las puertas se cerraron.
Falta, al menos para la opinión pública, por resolverse el caso de Fernando Carvallo, que en algún momento pareció convertirse en el nuevo hombre fuerte, pero que también recibió esquirlas de combate tras la partida de Tapia y las duras declaraciones de Riffo.
La tarea para Sierra y Mosa no parece fácil. Porque los límites están todavía muy difusos. ¿Es lógico, por ejemplo, que el futuro de Humberto Suazo siga en duda, en circunstancias que es, por lejos, el jugador más caro del fútbol chileno? ¿Los rumores sobre su alejamiento provienen del mismo club -en su afán por librarse de un contrato excesivo- o es el propio jugador el que quiere, por entendibles y sabidas razones personales, retornar a México? ¿Ahora que renovó a su conveniencia, Esteban Paredes se sumará generosamente al esfuerzo de recomponer el camarín o seguirá ejerciendo presión con su incuestionable importancia dentro del campo?
Sigamos. ¿Es razonable una cláusula de salida tan baja para Julio Barroso, el punto que hasta clubes del medio nacional podrían hacerla valer? ¿Quiere efectivamente marcharse, al sentir que aquellos que lo blindaron ante su torpe actitud en el torneo del 2014 ya se fueron del club? ¿Se rejuvenecerá el plantel (lo que siempre significa una apuesta) o se seguirá recurriendo a hombres calados y de gran recorrido?
Para nadie es un misterio a lo que juega el "Coto", y como interpreta su libreto. Pero, considerando que siempre entrenó en la Unión Española, ¿será capaz de satisfacer los deseos del hincha albo buscando más verticalidad en el juego?
Lo urgente ya está hecho, pero ahora el medio pedirá señales más concretas. Y lo que falta en lo inmediato es un golpe de timón que frene las especulaciones, sobre todo si giran en torno a jugadores con contrato vigente. En otras palabras, un poco de orden no vendría mal para los tiempos que corren.