El Mercurio.com - Blogs : Riesgos del voluntarismo
Editorial
Lunes 25 de mayo de 2015
Riesgos del voluntarismo
La evaluación social de proyectos existe para evitar que se cometan errores en inversiones públicas. Tiene la desventaja de limitar proyectos demasiado osados, que si bien pueden parecer -e incluso ser- buenas ideas del Ejecutivo...
Durante una conferencia reciente, el ex Presidente Lagos se refirió a la importancia de volver a impulsar proyectos de infraestructura similares a los que se desarrollaron durante su gobierno. En particular, se refirió a extender el Metro y la red de autopistas urbanas en concesión. En el caso del Metro, plantea que se debe extender 10 km anualmente, y que es preciso construir las nuevas autopistas que han sido planeadas.
El ex Mandatario omitió mencionar el desarrollo del transporte público de superficie. El Transantiago fue una política de su gobierno. Si ese transporte hubiera recibido más apoyo, tal vez el inicio del nuevo sistema no habría sido tan desastroso, incluyendo su negativo aporte a la congestión al haber estimulado un masivo traslado a los automóviles. Se debe reconocer que en este error fue avalado por conocidos economistas del transporte.
Un aspecto que sobresale en las reflexiones del ex Presidente es su resistencia a la evaluación social de proyectos. Lagos no ha ocultado en el pasado su visión sobre las restricciones que impone a las decisiones del Ejecutivo. Su posición aparenta ser que un Presidente debe tener la capacidad para decidir por sobre lo que indican las cifras de tecnócratas. En ocasiones tuvo razón, como en el caso del terminal de gas natural de Quintero, pero en otras, el voluntarismo lo llevó a cometer inoportunidades, como en el caso del puente sobre el Chacao. Incluso hoy, esa obra se está construyendo en forma temprana comparada con el momento óptimo, pero hace diez años habría sido un enorme elefante blanco.
La evaluación social de proyectos existe para evitar que se cometan errores en inversiones públicas. Tiene la desventaja de limitar proyectos demasiado osados, que si bien pueden parecer -e incluso ser- buenas ideas del Ejecutivo, son muy arriesgadas para la sociedad, que debe pagar sus costos. Con todo, podría considerarse que los mandatarios tengan garantizado un espacio claramente delimitado para proyectos de alto riesgo, que no serían aprobados por los mecanismos de evaluación social, pero que el Presidente los lleva adelante bajo su responsabilidad explícita. Este espacio debería ser limitado a solo unas pocas propuestas: es difícil creer que los presidentes tengan una gran capacidad para reconocer proyectos que el sistema convencional no logra evaluar correctamente.
En cuanto al transporte público, la mayoría de los actuales especialistas en transporte creen que no es una buena solución desarrollar más autopistas en la ciudad, menos aún si requieren subsidios. Los recursos deberían dedicarse a fortalecer el transporte público, invirtiendo en más corredores, junto a preferencias para los buses en los semáforos, así como medidas para moderar el uso del automóvil. Solo así podrá mejorar el servicio público, reduciendo su dependencia de crecientes subsidios.