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Editorial
Jueves 21 de mayo de 2015
China y América Latina
El mayor involucramiento de China en la región va en una abierta competencia con Estados Unidos y la Unión Europea...
La primera etapa de la gira del Premier chino, Li Keqiang, a América Latina -luego visitará Colombia, Perú y Chile- culminó con la firma de importantes y ambiciosos acuerdos de cooperación entre China y Brasil. La potencia asiática tiene puestos sus ojos en la región, desde donde obtiene cruciales materias primas, pero que es también lugar de inversión para sus empresas multinacionales.
Con un envidiable crecimiento del 7 por ciento anual y reservas internacionales estimadas en cuatro billones de dólares, la economía china es una de las más saludables a nivel global, y el gobierno, con una proactiva política de salir al exterior para invertir, ha conseguido en América Latina el suelo fértil para hacer negocios. Su mirada actual no se limita a comprar materias primas, sino a ayudar a la transferencia de tecnología y a la industrialización latinoamericana, porque, como dijo Li en Brasil, "la recuperación económica tiene que ver con el aumento de la capacidad productiva". Visto así, el involucramiento de China en la región va en una abierta competencia con los países que tradicionalmente han tenido la primacía en el intercambio, como Estados Unidos y la Unión Europea. Para naciones como Venezuela y Argentina, en áreas de energía, China ha sido un socio privilegiado estos últimos años.
En Brasil, el proyecto estrella es el ferrocarril que uniría la costa Atlántica con el Pacífico, que incluye un tramo en Perú, el cual podría mejorar la conectividad del comercio de China con Brasil, para el cual se acordó comenzar los estudios de factibilidad. El plan, de unos 30 mil millones de dólares ya levanta polémica porque cruzará la Amazonía, con el consiguiente impacto ambiental. Petrobras, Embraer y otras empresas se verán beneficiadas con acuerdos de inversión china. El comercio entre Brasil y China pasó de 3.200 millones de dólares en 2001 a 83.300 millones en 2013.
Esta gira de Li amplía la perspectiva para los países de la Alianza del Pacífico, con los que ya tiene estrechos lazos económicos. En Perú, hay importantes inversiones mineras chinas. Chile fue el primer país del mundo, en 2005, en firmar un TLC con China, el que se ha convertido en la herramienta para el comercio, que en 2014 alcanzó a 34.000 millones de dólares. La intención ahora es buscar un acuerdo para evitar la doble tributación, y también que se hagan inversiones en energía e infraestructura. Lo importante en estos asuntos es que, a diferencia de lo que se hizo en Argentina, donde se firmaron acuerdos que fueron criticados por su falta de transparencia y beneficios unidireccionales, en Chile las empresas chinas (mineras, energía solar, o de infraestructura) debieran concursar en licitaciones rigurosas, donde se cumplan todos los requisitos y se garantice la igualdad de oportunidades para los competidores.
No debe dejar de mencionarse el aspecto político. China, siendo un sistema comunista sui generis , ha tenido el pragmatismo de hacer negocios con países de diferente signo ideológico para beneficio mutuo. Sin embargo, para conseguir una relación madura y provechosa, deben también esclarecerse los puntos de fricción, como es el respeto a los derechos humanos de todos los ciudadanos. Y Chile, como miembro no permanente del Consejo de Seguridad que ve materias de la paz mundial, debe tener una posición clara frente a las acusaciones de países asiáticos que señalan que China lleva a cabo una política que podría desestabilizar las zonas aledañas a sus costas, donde hay reclamaciones marítimas de distintas naciones.