Crece la tendencia entre los padres de inscribir a sus hijos en clases particulares para reforzar los contenidos ofrecidos por el colegio, ya sea con el fin de superar algunas deficiencias en sus hábitos de estudio, entregarles herramientas adicionales, como el dominio de otro idioma, o simplemente para conseguir un mejor rendimiento.

Se calcula que las familias gastan un 24 por ciento más en educación por una hora de clases particulares a la semana. Este progresivo interés de los padres por reforzar la educación escolar se ha traducido en la multiplicación de empresas que ofrecen clases a domicilio o en sedes especialmente habilitadas para estos fines, como también en la proliferación de iniciativas en los propios colegios, cuyos ex alumnos ofrecen este servicio, y de estudiantes universitarios que, aprovechando el prestigio de las instituciones donde estudian, realizan actividades de reforzamiento. También los institutos de idiomas han actualizado sus ofertas, impartiendo talleres extracurriculares en los propios establecimientos escolares para evitar los problemas de traslado de los estudiantes.

Todo indica que esta práctica irá en aumento debido a las dificultades que enfrentan los padres por falta de tiempo para acompañar a sus hijos en los estudios, los cambios en las metodologías de enseñanza y la mayor complejidad de los contenidos. Asimismo, el mayor porcentaje atribuido al ranking de notas para el ingreso a la universidad -al aumentar significativamente su incidencia en las postulaciones- ha creado gran preocupación entre los escolares por mejorar su rendimiento.

Estas prácticas, que hasta ahora se han generalizado mayormente entre los estudiantes de la educación privada, podrían extenderse a los colegios particulares subvencionados, pues todo hace pensar que muchos apoderados, eximidos del copago, destinarían esos recursos disponibles al reforzamiento educativo de sus hijos. La experiencia internacional así lo indica.

En Corea del Sur -el país con la mejor educación del mundo según los resultados de las recientes evaluaciones internacionales- los escolares agregan a las 45 horas semanales de formación en el aula una serie de clases de reforzamiento en contenidos matemáticos, comprensión de lectura, manejo de otro idioma o formación artística. Esta práctica, que se inicia en la educación básica, mayoritariamente pública, se generaliza aún más en la enseñanza media terminal, donde se acrecienta la preparación para el competitivo proceso de ingreso a la universidad.

El aumento de la demanda y la diversidad de la oferta de clases de reforzamiento educativo confirman la creciente preocupación de los padres por una mejor educación para sus hijos, aunque ello implique largas jornadas de estudio para los alumnos e importantes sacrificios presupuestarios para la familia, esfuerzos que estarían mejor empleados en reforzar la calidad de la educación en general de todos, sea particular o pública.