Un lapsus de Sergio Bitar en un programa televisivo me ha dado el pretexto para escribir esta nota. Por si no lo vieron, repaso el episodio, ocurrido hará un par de semanas: defendiendo la probidad de la Presidenta Bachelet ante el caso que involucra a su hijo -y medio acorralado por los periodistas-, Bitar dijo: "La Presidenta es una mujer íntegra, una mujer cabal". Ya sabemos: entre la b y la v no hacemos la diferencia fonética, por lo que se entendió "la Presidenta es una mujer Caval", o sea lo contrario de lo que Bitar pretendía establecer con énfasis.
En un hermoso texto muy volado, Héctor Libertella cuenta que caminando alguna vez por los andenes de la Estación Constitución, en Buenos Aires, bajo las gigantescas vigas de fierro, recordó unos versos del poema "Insomnio", de Borges, particularmente los que dicen: "las muchas cosas que mis abigarrados/ ojos han visto". Libertella supuso que Borges recreaba a su modo, vinculándola a la imagen de la noche, la atmósfera del recinto. Y acto seguido pensó que Vallejo no hubiera escrito "abigarrados" sino "avigarrados".
En los párrafos siguientes Libertella despliega otras especulaciones en torno a estas letras distantes en el abedecedario y poco distinguibles en la pronunciación corriente. Piensa en la distancia grafemática que separa a los apellidos Borges y Vallejo, y prosigue analizando el modo de cantar del Polaco Goyeneche, que en su vejez hizo pasar el tango de la garganta a los labios, de las cuerdas vocales a las "bucales", de la v a la b.
Hay veces en que las faltas de ortografía producen un cierto placer o potencian el significado de las palabras. Recuerdo de hace años un rayado callejero que me parecía bonito. Decía simplemente "livertad", y uno podría concluir que el autor reclamaba por la libertad y a la vez la ejercía. Me parece, en cualquier caso, que los que se enojan demasiado ante los gazapos evidencian una excesiva necesidad de control. Padecen la angustia de la identidad amenazada, de la realidad que se disgrega y se escurre.
No tengo una opinión muy definida en relación a estas cosas. Quizás la única sugerencia posible es escribir según las verosimilitudes de la época en que nos tocó vivir. Alguien que escriba como Cervantes o como los severos funcionarios de la Real Audiencia no pasa el ramo de castellano en octavo básico. García Márquez, nos asegura un filólogo, quería eliminar las normas ortográficas de nuestra lengua y terminó una intervención pública señalando: "¿Y qué de nuestra b de burro y nuestra v de vaca, que los abuelos españoles nos trajeron como si fueran dos y siempre sobra una?".
Como sea, al final de su texto Héctor Libertella confiesa haber experimentado un doble lapsus. El poema de Borges no dice "abigarrados ojos" sino "abarrotados ojos", y en él la Estación Constitución no tiene nada que ver.
Hay veces en que las faltas de ortografía producen un cierto placer.