Carabineros de Chile, que cumple 88 años de generosa existencia, ha agregado, bajo el número 1.181 de sus mártires, al Cabo 2° Alejandro Gálvez Gálvez, recientemente asesinado cobarde y arteramente por integrantes de una pandilla de "jóvenes combatientes" que alteraban sin razón ni excusa la paz de la noche santiaguina. El Cabo Gálvez -miembro de una familia que cuenta con varios servidores policiales- moldeó y profundizó durante los diez años en que perteneció a la institución su vocación de servicio público, buscando, como le enseñó su himno, "la palma que el sacrificio les brindará". Por desgracia para Chile, en la plenitud de su vida, un delincuente que se escondía bajo un supuesto idealismo ideológico lo precipitó al supremo sacrificio, interrumpiendo una trayectoria profesional impecable y una vida familiar en desarrollo.

El Cabo Gálvez estaba casado con una típica y digna mujer chilena, padres de un niño de siete años que nunca comprenderá la injusta muerte de su progenitor. La hoy viuda del Cabo Gálvez se encuentra embarazada de un nuevo descendiente. Los exámenes clínicos indican que será una niña y la madre dice que la llamarán Trinidad. Por culpa de un victimario irracional, aun no detenido, Trinidad no conocerá a su padre, pero, por los dichos de quienes admiran y respetan a Carabineros y por la verdad histórica que algún día se escribirá, se impondrá que ella es nada menos que hija de un héroe.

CORUSCO