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Editorial
Lunes 27 de abril de 2015
Paseo por el Kremlin
Mientras en Argentina se desarrollan las primarias para las elecciones de octubre próximo, con la derrota de varios candidatos oficialistas, Cristina Fernández visita Rusia para establecer una "asociación estratégica integral"...
Con un discurso de no alineamiento y críticas a los "fondos buitres", a Estados Unidos y a la Unión Europea por las sanciones contra Rusia, la Presidenta argentina habló de geopolítica y, en su estilo característico, explicó cómo Argentina "desafió las reglas" que imponen los grandes centros económicos y financieros. "Yo no acostumbro a dar lecciones, pero las teorías de ajuste son remedios del pasado que no pueden ser vistos como solución". Existe, dijo, "la necesidad de respetar a rajatabla la multilateralidad encarnada por las Naciones Unidas", y se manifestó en contra de la mentalidad "binaria amigo-enemigo, como en la Guerra Fría" para justificar su acercamiento a Rusia, cuyo gobierno está sumamente afectado por su intervención en Ucrania, por su apoyo al programa nuclear iraní y por la dura represión que ejerce contra los opositores.
Para Cristina, el objetivo de desarrollar la industria energética es fundamental. Necesita recibir inversiones para explorar los yacimientos de gas de esquisto, en el sur, para los que son fundamentales los capitales extranjeros. Lo mismo en el tema nuclear. Ya tiene acuerdos previos con China para ambos asuntos, y la entrada de las empresas rusas se ve como una manera de acelerar el avance de esos proyectos.
El sueño de comenzar una sexta planta de energía nuclear Cristina lo quiere materializar mediante un convenio en el cual Rusia participaría en la construcción y en el suministro de combustible para los reactores y transferencia de tecnología en materia nuclear. No hay acuerdos definitivos al respecto ni cifras involucradas. Y probablemente será el próximo gobierno argentino, el cual se elige en octubre, al que le corresponda concretar, si los considera beneficiosos, los convenios firmados (muchos de ellos son solo cartas de intención).
A pesar del bombo con que se llevaron a cabo las negociaciones, a Cristina (que llevó una comitiva de cien personas) no le resultó fácil "vender" las virtudes de invertir en su país. De hecho, el único acuerdo concreto es la construcción de una represa hidroeléctrica en Neuquén.
Reparos a las restricciones en Argentina
Los empresarios rusos (la mayoría, el sector estatal) fueron directos en plantear sus dudas a Cristina Fernández acerca de temas como la repatriación de utilidades por las restricciones que le impone el gobierno a los productores. La inseguridad jurídica de las inversiones en Argentina es conocida. Cristina soslayó el asunto diciendo que eso se ve "caso a caso", y puso de ejemplo a Chevron y a YPF, que firmaron acuerdos de exploración en el yacimiento de Vaca Muerta.
Más aun, el propio Putin, al reunirse con Cristina, planteó ciertas reservas al asegurar que se han "dinamizado mucho los contactos políticos y comerciales, pero subsisten dificultades que hay que resolver", y mencionó que las importaciones de petróleo ruso disminuyeron y que, a pesar de las cifras argentinas en contrario, la balanza comercial tiene un déficit para Rusia, con lo que bajó algo las expectativas argentinas.
Como broche de oro, para conquistar a Putin, Cristina alabó una exposición sobre la derrota del nazismo, haciendo elogios al "aporte invalorable del Ejército Rojo soviético" al fin de la Segunda Guerra Mundial. Putin esbozó una sonrisa de satisfacción. Parecía que cualquier acuerdo podría sellarse después de eso.
Olas migratorias necesitan soluciones estratégicas
A diario se conocen historias trágicas de inmigrantes que mueren en el intento de llegar a la Unión Europea cruzando el Mediterráneo en frágiles embarcaciones atestadas, o a países que les den refugio seguro. Muchos de ellos huyen del caos provocado por guerras civiles, o de la incertidumbre que viven en sus países de origen por inestabilidad política, gobiernos corruptos o dictatoriales. Otros simplemente escapan de la pobreza en busca de un futuro mejor.
La mayoría de los actuales migrantes provienen del Medio Oriente, azotado por guerras civiles, y países pobres de África, pero también se da el fenómeno de las migraciones masivas en Asia, e incluso han ocurrido en América, desde Haití. Los casos emblemáticos de la segunda mitad del siglo XX fueron Vietnam, Laos y Camboya, después de la guerra indochina, desde donde huyeron cerca de tres millones de personas.
Tomada en contexto, la actual ola migratoria es un asunto de seguridad mundial que debe ser enfocado con visión estratégica. Si bien la UE está abocada a salvar náufragos, también debe buscar evitar que sus políticas de acogida sean un incentivo para nuevos refugiados. Y, más allá del remedio inmediato -salvataje y asilo-, la búsqueda de la esquiva estabilidad y prosperidad en los países de origen es una imperativa meta del siglo XXI para la comunidad internacional.