Creo que hoy, domingo 26 de abril, será un día bisagra en nuestra política. Habrá un antes y un después.
Hoy es la elección interna del Partido Socialista y también el último día que tiene la Presidenta Bachelet para procesar el informe anticorrupción que elaboró la comisión Engel.
A partir de mañana, la Mandataria no tiene más opción que comenzar a trozar el bizcocho (o a "cortar el queque", como decían en mi pueblo). Es decir, tiene que decidir si va a rediseñar o no su gobierno y tendrá que proponerle al país un camino para salir de la crisis que mantiene al sistema político en vilo desde hace tres o cuatro meses.
Haciendo un ejercicio de política ficción, me atrevo a proponer algunos escenarios posibles que podrían abrirse a partir de hoy mismo. Aquí van:
Escenario ficticio 1: Bachelet abdica
Una de las cosas que probablemente tendrá que hacer la Presidenta es un cambio de gabinete. Su equipo político está objetivamente desgastado y para iniciar una nueva etapa (un segundo tiempo) se requiere un plantel renovado, fresco. Si esta fuese una crisis normal de gabinete (esas que ocurren cuando las cosas no andan del todo bien y se podrían hacer mejor), uno podría hacer múltiples ejercicios creativos para proponerle un elenco. Pero dada la gravedad de la actual situación uno más bien recurre a fórmulas probadas. Si esto fuese fútbol, y la selección chilena entrara en una crisis severa, uno quizás se animaría a proponer la repatriación de Manuel Pellegrini. No es un rostro joven ni nuevo, no asegura convertirnos en campeones mundiales, pero les aseguro que nos haría dormir más tranquilos a todos.
Por eso me atrevo a instalar como un escenario ficticio la posible llegada de José Miguel Insulza como nuevo ministro del Interior. ¿Cuáles son sus pergaminos? No tiene "tejado de vidrio" en cuanto a sospechas de financiamiento irregular de alguna campaña y posee la experiencia de haber conducido con éxito un acuerdo político transversal para sortear una crisis de confianza pública. Además, tiene el peso político y el temperamento para poner en vereda a todo el "discolaje" oficialista y plantarse frente a la oposición con firmeza y ceño fruncido.
Pero claro, el problema es que poner a Insulza en La Moneda sería casi como si Michelle Bachelet "abdicara" de su cargo.
Claro, porque Insulza tiene una envergadura política demasiado grande y ocuparía casi todo el espacio de poder disponible en La Moneda. Sería como un Primer Ministro de régimen parlamentario. Se transformaría, de facto, en el Jefe de Gobierno, lo que desplazaría a Bachelet a un rol cuasi protocolar. Como una monarca; "monarca o camarada, hilo, corola o ave", como decía Neruda en su Oda al Aire . Es que se transformaría en algo como el aire, presente en todas partes, imprescindible para la subsistencia del gobierno y la Nueva Mayoría, pero imperceptible.
Por lo tanto, me parece que este escenario es altamente improbable (y por eso es un acierto haberlo definido como ficticio). Creo que Insulza volverá a Chile pero tendrá que (¡por fin!) atreverse a dar su propia pelea electoral si quiere llegar a La Moneda.
Tengo varios otros escenarios ficticios más que compartir con ustedes:
Escenario ficticio 2: "La Juricracia , o la llegada del gobierno de los fiscales"
Escenario ficticio 3: "La Periocracia , o el gobierno de los reporteros"
Escenario ficticio 4: "La Meocracia , o el gobierno de MEO".
Escenario ficticio 5: "La Maomenocracia , o el gobierno del 'Es lo que hay'".
En fin, todas son posibilidades que podrían venir, pero que, por razones de espacio, tendré que dejar solo insinuadas y las abordaré en columnas futuras.