Colo Colo no quedó fuera de la Copa Libertadores por la estructura de los campeonatos, por la sabida estrechez de su plantilla o por la mala fortuna o el destino, como sentenció Héctor Tapia al decretarse la eliminación frente a Atlético Mineiro.
Lo que sucedió en esta ocasión no estaba escrito el año pasado, pero sí anunciado. Tapia y su cuerpo técnico tomaron pésimas decisiones al conformar el plantel que afrontaría la temporada 2014-2015 y no un campeonato. Colo Colo, de la mano de Tapia, fue un justo y categórico monarca del Clausura 2014. En las 10 primeras fechas sacó una ventaja suficiente y luego la administró. En ese momento, tras la depuración que requería una plantilla frondosa, el elenco popular supo traer a Jaime Valdés, Julio Barroso y Esteban Paredes. Esos jugadores ficharon por la gestión del presidente Arturo Salah. Hombre con más de 40 años de fútbol, con títulos como entrenador en Pedrero, sabía el talante que debía disponer un futbolista para ponerse esa camiseta.
Tapia y sus colaboradores sacaron rendimiento a ese grupo. El problema vino cuando tomaron decisiones con la inmediatez del éxito, embriagados por esa soberbia que nace de los objetivos cumplidos con antelación. Rechazaron a Carlos Muñoz, al uruguayo Sebastián Fernández y a Andrés Robles. Hubo porfía para exigir a Fabián Orellana, impagable para cualquier equipo chileno.
También para pedir a Claudio Maldonado, un crack hasta hace cinco años, quien en este momento no puede jugar en Colo Colo. Vinieron Jean Beausejour y Paulo Garcés. La evidencia era que había un excelente equipo, pero con escaso recambio. La mala decisión se iba a pagar caro, porque el reglamento aceptaba tres incorporaciones.
El manejo posterior demostró inexperiencia y torpeza. Permitir que Julio Barroso sostuviera -en la rueda de prensa que vino luego del triunfo como visitante sobre Cobresal- que existía una campaña digitada para impedir que Colo Colo ganara el bicampeonato resultó inaceptable. Más todavía cuando esa tarde los mineros fueron perjudicados. Consentir que Esteban Paredes no viajara a jugar frente a Universidad de Concepción, en un decisivo duelo por la Copa Chile, era un yerro enorme.
A Tapia y su cuerpo técnico lo sostuvo Salah, cuando el directorio en pleno quería concluir el ciclo. Lo responsabilizaban por la pérdida del Apertura 2015, pero sobre todo por la errática conducción y avalar que se forjara un círculo de hierro. El ex timonel, en su condición de DT, lo resguardó, porque a pesar de estar en desacuerdo, comprendía que debía respetar a la institución y el espacio del entrenador. Algo por lo que batalló toda su carrera.
Colo Colo no clasifica en la Copa y regala el Clausura 2015 -cayó en casa con San Marcos, La Calera y Cobresal- porque no construyó un plantel acorde a las exigencias. Y esa responsabilidad recae en Tapia y sus colaboradores. Él es un buen entrenador, preparado y serio. Pero si se mantiene en Colo Colo, debe preocuparse solo de su tarea y terminar con esas disputas internas por controlar el club (hacerse cargo de cadetes y visar todos los nombres). No es sano que en cada intervención halague a sus futbolistas. Minimiza su trabajo y autoridad.
Asume Aníbal Mosa la presidencia, habrá una comisión de fútbol que no sabemos quiénes son y qué poder tendrán. Ojalá me equivoque, pero creo que con este panorama, los representantes e intermediarios de futbolistas de Chile y Sudamérica están organizando una caravana para festejar en Plaza Italia...