¡Restorán tailandés a cargo de chef mexicano! Es para poner incontinenti los pies en polvorosa. Pero este chef, igual que nosotros, habrá seguramente oído decir a Alicia Gironella de Angeli, gran cocinera mexicana, que todo chile que pica en exceso, es chile mal trabajado. Porque en el Anakena todo estaba en el punto justo de picor y, lejos de sepultar los sabores, como hacen algunos chapuceros puestos a tailandizar, los realzaba. En todo caso, hay tres niveles de ají para elegir.
De los países de aquella parte de Asia, es Tailandia la que aparece en nuestras mesas con mayor frecuencia. Lo que no es mucho decir, por cierto; en otras partes del mundo uno encuentra, como si nada, cocina camboyana o vietnamita o lo que fuere. Es cocina alegre, "entretenida". Atención, decoración, infraestructura del local: nada que decir; es restorán del hotel Hyatt, que se encarga de todo. Quizá el jardín es en exceso un microcosmos vegetal, con todo tipo de floripondios, hojas y ramas y hasta unos desubicados moais o cosa parecida. Confunde.
Nada en la carta sale de un comedido término medio apropiado para personas de cualquier edad y condición (había incluso niños comiendo). Y representa adecuadamente el estilo y talante de la cocina tailandesa, sin excesivos purismos que pocos entre nosotros, por lo demás, sabrían apreciar. Para "picar" probamos popia gai phak ($6.000), rollos de picadillo de pollo y verduritas -especie de rollo "primavera"- hecho a la perfección, sequito y crujiente; y un satai gai nua ($6.500), pinchos de trozos de pollo y de filete con excelente salsa de maní.
Como somos aficionados a sopas orientales, probamos una de pollo con leche de coco, champiñones y otras hortalizas ($8.000): realmente deliciosa, lo mejor de la comida; solo que casi perdimos un diente al morder, entusiasmados, una especie de duro trozo de madera que, seguramente, cumplía alguna función saborizante, pero cuya presencia debiera notificarse al comensal. El típico pad thai gai ($10.000), con sus fideos de arroz salteados con pollo, camarones, maní y salsa de tamarindo, resultó rico, con su variedad de sabores bien armonizados. El khao phad saparod ($9.000), en cambio, plato inmenso de arroz con piña, castañas de cajú, huevo, pollo y cuantoay, fue abrumadoramente "monosápido", o sea, de un solo sabor, no intenso pero chato. Sin ser desagradable, no tenía interés, y se hubiera necesitado paciencia de santo para comérselo todo.
Postres, el punto débil. Aquellos orientales casi no los comen. Habría, pues, que suprimirlos simplemente. El khao tan gab ice cream ($6.500, nada menos) fue helado rodeado de trozos de esponja de pistacho, verdes, pero con sabor a esponja: vitando. Había también la consabida tapioca con leche de coco, pero nos abstuvimos para no terminar odiando esta leche, tan rica en dosis prudentes.
Importante carta de vinos. Vinos por copa. Buenos jugos y limonadas.
Hotel Grand Hyatt Santiago. Av. Kennedy 4601, Las Condes.