No sé si leí o escuché durante la semana que Colo Colo tenía "un noventa por ciento de posibilidades de clasificar" en su partido con el Mineiro. Quienes pensaron así se basaban, seguramente, en que hasta podía perder por un gol y seguir en carrera. Pero, ¿noventa por ciento? Mucho. Demasiado.
Quienes celebramos la aparición de Héctor Tapia en el escenario técnico chileno, reconocemos que la conformación de un plantel caracterizado por la veteranía ha tenido un peso significativo en la campaña del equipo. Para bien y para mal. La exigencia de jugar dos torneos paralelos ha sido para mal. No hay tiempo de recuperación cuando "las bisagras" empiezan a resistirse.
En Belo Horizonte Colo Colo podía perder. Por un gol o, como sucedió, por dos. Buscó protegerse para que no sucediera, pero, como suele suceder, le encajaron los dos. Y afuera.
Como sea, resultó una eliminación digna. Esta vez no hubo boletas, como las que alcanzó a recibir la U en la misma Copa y el mismo Cacique en el Clausura, con los tres que le encajó recién la Católica. Esta última, boleta ideológicamente verdadera: la UC hizo realmente el trabajo y lo hizo bien. Y a domicilio.
Es posible que en la proyección de Tapia no haya recibido suficiente atención el hecho de jugar dos campeonatos paralelos. Obviamente lo consideró, pero algo se le debe haber escapado. Porque en su plantel coexisten jugadores maduros y otros muy jóvenes, entre los que hay más de uno que puede terminar la temporada como auténtica revelación (Baeza, Rodríguez).
En un semestre que considerara solo el campeonato local, la combinación podría haber resultado: "experiencia y juventud", como se suele decir. Además, Tapia eso lo hace bien bien: mezcla atinadamente, dando opción a los jóvenes a recibir en cancha la experiencia de los otros. Otros, en cambio, mandan a todos los críos juntos, de golpe y porrazo, exponiéndolos al fracaso.
Ahora, al duplicarse la competencia, los experimentados resultaron ser demasiado veteranos y los jóvenes demasiado inexpertos. Pero, pasado el ventarrón copero, las proyecciones del técnico deberán concretarse de acuerdo a su idea original (o lo que uno supone es su idea original, es decir, producir una cantera generosa).
Y ahora, como tantas veces, "a lo nuestro". De vuelta, también como otras veces, con las manos vacías, aunque guardando la grata sorpresa copera que fue Palestino, cuyo desplante y eficacia queda entre las mejores experiencias.
No fue todo en la semana internacional. También vi una foto del Papa Francisco con Sergio Jadue, sobre lo que no comentaré, porque si bien puedo resistir una querella, no me haría gracia la excomunión.