A principios de los 90, el doctor Anthony Tyson estresaba sus ojos azules para inventar un aparato que consiguiera un registro rápido de la luz.
Concibió la idea, apoyado en colegas, de un sensor que pudiera "ver" y conservar rápidamente en la memoria un inmenso pedazo de cielo. Más que tomar una foto, quería filmar un video.
Recién el martes -a 2.600 metros de altura, sobre el Cerro Pachón en Vicuña-, ante la Presidenta Michelle Bachelet, Tyson recibió el homenaje de la directora de la National Science Foundation (NSF), France Córdova: lo llamó "el motor principal del proyecto LSST". En 20 años se daba la partida a la construcción de uno de los telescopios más revolucionarios que se han concebido.
Construir el LSST, o "Gran telescopio para rastreos sinópticos", cuenta con un presupuesto de 665 millones de dólares. Alojará un sensor como el que fue imaginando y desarrollando Tyson. Lo miro a él y le digo: "Necesitó visión y persistencia". "Y algo de locura", me dice sonriendo. Y luego parte a dar abrazos.
Sus colegas están ahí, en el Cerro Pachón: los que imaginaron la inmensa cámara, el diseño de los tres espejos, la ingeniería de soporte, el edificio de 39 metros... "Un gran equipo", dice Steven Kahn, director mundial del proyecto. Y se fotografía con ellos, profundamente emocionado ("uno ha esperado tanto esto, que es imposible que no se humedezcan los ojos", me explica).
En astronomía los proyectos son a largo plazo. "Los visionarios tienen ideas y no necesariamente para usarlas ellos mismos, es por la ciencia", me dice Chris Smith, principal responsable en Chile de la construcción y desarrollo del LSST. "Ven el futuro, nos instalan en el curso para alcanzarlo, aunque ellos mismos no sepan si van a aprovechar el resultado o no".
"Todos ganan con el conocimiento", enfatizó la Presidenta Bachelet en su discurso. "Y el LSST permite el acceso a los datos y a la colaboración. La mejor ciencia se hace colectivamente".
El ambiente en la carpa, a 2.600 metros, parece de comida de curso. Tantos que se conocen; son tan estrellas mundiales que no necesitan intercambiar tarjetas de visita.
Hay fondos para la construcción del proyecto, el desarrollo del software , el diseño de las estrategias para compartir la información que el telescopio genere. Fuera del Ministerio de Energía de EE.UU. y su NSF, privados han aportado: Charles Simony (20 millones de dólares) y Bill Gates (10 millones de dólares). Necesitan más.
"Detectaremos todo en el cielo, 20 mil millones de galaxias -dice Stephen Kahn-; generaremos el mayor catálogo de objetos jamás visto. ¡Cada ser humano vivo hoy podrá tener su propia estrella!".
Será tanta la información, que no bastará el trabajo de los supercomputadores para procesarla. "Hay casos en que el ojo humano ve patrones, relaciones, mejor que un computador", dice Kahn. "Este proyecto comprometerá a la gente con la ciencia". "¡Todos harán ciencia!", enfatiza Chris Smith.
Al final, ocurrirá que cualquiera con un computador podrá "volar" por el universo, acelerando entre objetos cien millones de veces menos luminosos que lo que los ojos azules del doctor Tyson, desnudos, pueden ver hoy.
"Esto cambiará la ciencia -me dice Massimo Tarenghi, el astrónomo que lideró el Observatorio Europeo Austral por años-; antes se buscaba conseguir los datos; ahora los datos estarán ahí. La ciencia consistirá en analizar los datos".