Las imágenes de una seguidilla de robos en edificios, considerados en general mucho más seguros que una casa, han reavivado el debate sobre los robos en viviendas y la percepción de las víctimas de ineficacia de la acción policial y de la fiscalía. Los relatos de los residentes transmiten una profunda frustración, pese a contar en algunos casos con grabaciones de los hechores.

Un análisis detallado de cifras oficiales y estadísticas policiales para los años 2010 a 2013, y de la encuesta de victimización de Fundación Paz Ciudadana Adimark, concluye que -pese a que la tasa general de denuncias a nivel nacional no presenta variaciones significativas- sí ha habido un crecimiento sostenido de los robos en viviendas en ese período. A juzgar por los hechos delictivos que se suceden diariamente, nada hace pensar que esa tendencia haya cambiado en el último tiempo.

Según estudios de esa fundación, alrededor del 80% de los robos e intentos de robo ocurren en los espacios públicos, siendo menos frecuentes que estos ocurran en viviendas. Sin embargo, las personas que han sido víctimas de delitos en su propio hogar presentan más altos niveles de temor y una más negativa evaluación del actuar policial.

Se observa también un aumento en la proporción de hogares que ha invertido en diversas medidas de protección. Estos esfuerzos, sin embargo, necesariamente deben complementarse con acciones más eficaces de las instituciones nacionales y locales responsables de la seguridad ciudadana. Reducir estos delitos requiere análisis más detallados no solo por comuna, sino incluso por barrio o cuadra en que ellos recrudezcan, que respondan con claridad quiénes están cometiéndolos, cómo, cuándo y con qué objetivo. Es muy distinto abordar qué se requiere en un "barrio dormitorio" de casas sin estándares mínimos de seguridad en chapas y ventanas que en un barrio de altos ingresos en que opera una banda rearticulada tras cumplir condenas, para robar bicicletas de alto valor. Además de mejorar el diagnóstico, se requiere abandonar respuestas demasiado generales o estandarizadas, creando soluciones "a la medida" e implementando tácticas policiales basadas en evidencia para problemas delictivos específicos, tales como el patrullaje aleatorio y altamente focalizado. Según los expertos, después de décadas de inversión en sistemas de información, los datos hoy existen, pero falta utilizarlos sistemáticamente en el nivel local, para comprender adecuadamente los problemas, diseñar soluciones y rendir cuentas efectivas a la ciudadanía.

Esos mismos análisis muestran que la victimización por robo es mucho mayor que la que registran las estadísticas policiales, por la menor disposición de las víctimas a denunciarlos. Muchas no los reportan, pues ya han experimentado en forma directa o por cercanos lo que consideran una falta de respuesta por parte de las policías y fiscalías.

Quien fue víctima una vez sin que hubiera ninguna respuesta penal eficaz, y luego es revictimizado, tiende a no denunciar, por lo que el sistema no refleja ese segundo caso. También la insatisfacción de la población por la labor de la policía -y probablemente de los demás actores del sistema judicial- en el barrio es significativamente más alta entre aquellos que han sido víctimas de un delito. Todo lo anterior se produciría más o menos similarmente en todos los sectores de la capital.