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Editorial
Martes 31 de marzo de 2015
Remuneraciones docentes y desempeño
El debate no debería apuntar a la inconveniencia de vincular remuneración con desempeño, sino a definir la mejor forma de hacerlo, teniendo como horizonte el aprendizaje de los alumnos...
Revelador resulta el rechazo del presidente del Colegio de Profesores, Jaime Gajardo, a la idea de vincular las remuneraciones con el desempeño de los maestros. El Ministerio de Educación aspira a que el proyecto de ley de carrera docente establezca algún vínculo en esta dimensión. Pero el titular del gremio acusó que en la discusión del proyecto de Estatuto Docente "están primando los criterios neoliberales, porque se insiste en una política donde se quiere ligar remuneración con rendimiento". Así, se pretende que todos los profesores tengan las mismas remuneraciones y que las distinciones estén asociadas a variables que todos pueden satisfacer, como son la experiencia o los cursos de perfeccionamiento, aunque eso no tenga verdadero impacto en el aprendizaje de nuestros estudiantes.
En rigor, que se quiera remunerar mejor a los docentes destacados no es más que un reconocimiento de que en esta actividad, al igual que en otras, hay profesionales que sobresalen y que existe un riesgo enorme de que ellos terminen abandonando la disciplina en búsqueda de mejores horizontes si no se los premia apropiadamente. Si ello ocurre, no se puede olvidar que los grandes perjudicados son nuestros niños y jóvenes. He ahí la importancia de mantener estos reconocimientos. De hecho, existe en la actualidad una importante deserción de docentes, muchos de los cuales parten en pos de mejores perspectivas y existe la percepción de que muchos de ellos tendrían buenos desempeños. Que estas diferenciaciones salariales existan no significa desconocer las dimensiones colaborativas del trabajo docente, al igual como sucede con muchas tareas profesionales.
Asimismo, atendiendo a la realidad de que es imposible que todas las personas que estudiaron una misma disciplina sean igualmente efectivas en su labor, los mecanismos de evaluación de desempeño se han ido extendiendo a muchas actividades profesionales. No tiene sentido que los docentes pretendan autoexcluirse de una tendencia que vincula crecientemente remuneraciones con desempeños.
Uno de los problemas de la estructura actual de remuneraciones de los docentes, particularmente de aquellos que están regulados por el Estatuto Docente, es que se premia en exceso la antigüedad y otras características que poco tienen que ver con los aprendizajes de los estudiantes. Es decir, que los profesores tengan un buen resultado en la actual evaluación docente no significa que sus estudiantes estén teniendo los rendimientos educativos que cabría esperar. El debate, entonces, no debería apuntar a la inconveniencia de vincular remuneración con desempeño, sino a definir la mejor forma de hacerlo.
En otras latitudes, a modo de ejemplo, crecientemente se utilizan exámenes de valor agregado para informar las decisiones que se toman en materia de recompensas, mantención en la profesión educativa o formación continua de los profesores. Estos instrumentos permiten evaluar el aprendizaje que agregan los docentes. Sin perjuicio de las distintas fórmulas que se analicen, es importante que los directores tengan un papel relevante en la evaluación de los docentes que están a su cargo. Sin la posibilidad de que se despliegue el liderazgo directivo, lograr un plantel efectivo se vuelve muy difícil. El Ministerio de Educación no debe ceder a la presión que apunta a desvincular remuneraciones de desempeño, aunque sí puede generar un debate amplio respecto de la manera más apropiada de medir esta última dimensión.