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Editorial
Lunes 30 de marzo de 2015
El impulso de Hacienda
Más allá de los equilibrios fiscales, el ministro de Hacienda puede, a través del impulso a la productividad, actuar positivamente sobre las expectativas de los agentes...
La economía chilena ha transitado entre la "desaceleración" de 2014 y los "brotes verdes" de comienzos de 2015. Sin embargo, los fenómenos tras esos calificativos son más complejos de lo que su sentido literal sugiere; son solo una descripción de los síntomas de lo que está ocurriendo, sin permitir hacer predicciones claras de futuro.
El debate respecto de si la desaceleración fue provocada por dificultades de la economía mundial o por cambios en las expectativas, inducidas por políticas impulsadas por el Gobierno -o por ambas, como parece haber consenso-, o si los brotes verdes son un anticipo de un nuevo dinamismo o son un espejismo transitorio -sobre lo cual no hay tal consenso-, no obsta para que la autoridad se concentre en aquellos problemas que han sido identificados de manera robusta, como los que, en cualquier escenario, están afectando la economía del país. Probablemente el factor que resulta más determinante para elevar la tasa de creación de valor en nuestro país, y así contribuir de manera decisiva al bienestar colectivo, es el de la mejoría de la productividad.
En esta materia, como en muchos problemas complejos, no hay recetas mágicas, solo hay direcciones de acción. Sin duda, una que resulta fundamental es fomentar la competencia entre los agentes productivos, bajando barreras de entrada, castigando la colusión e incentivando la innovación. Eso genera la necesidad entre los agentes de mejorar sus sistemas, ajustar su organización, modernizar y crear nuevas tecnologías, de modo de superar a sus competidores nacionales e internacionales, todo lo cual incide en un aumento de productividad, es decir, en un aumento en la creación de riqueza con una misma cantidad de recursos humanos, materiales y financieros. Profundizar la agenda de Impulso Competitivo del gobierno anterior es un camino posible de explorar. Revisar los elementos de la reforma laboral que atenten contra ese aumento de productividad, particularmente en lo que tiene que ver con la adaptabilidad y flexibilidad de las labores de los trabajadores, es otro, que va en el mismo sentido.
Una agenda de ese tipo debe ser dirigida desde el Ministerio de Hacienda, pues tradicionalmente este ha tenido el rol de conductor del proceso económico, con la colaboración de los otros ministerios sectoriales. Más allá de los equilibrios fiscales, el ministro de Hacienda puede, a través del impulso a la productividad, actuar positivamente sobre las expectativas de los agentes.