Murió de inanición, y al final era solo un puñado de huesos con la mirada perdida. No vivía en algún país tercermundista donde no hubiera acceso a tres comidas al día. Por el contrario, Isabelle Caro estaba en el centro del mundo desarrollado, del progreso y la opulencia. Su reino era en París, su escenario eran las pasarelas y las revistas de moda, y su enfermedad se llamaba anorexia.
Ella se dio cuenta de que su enfermedad no era solo un problema individual, sino de una sociedad y una cultura que la fomentan, no privando a la gente de alimentos, sino de un modo mucho más cruel y difícil de desarticular: promoviendo estereotipos de belleza irreales y dañinos, que millones de jóvenes en el mundo imitan y reproducen. Y así, para algunas mujeres del siglo 21, la delgadez extrema no solo se ha transformado en algo normal, sino en un ideal a seguir.
Isabelle murió en 2010, pero el problema persiste y se agranda, y el poder de la industria de la moda y de los medios es esencial para frenar esta enfermedad disfrazada de estilo.
Hace unos días, justamente en Francia, el diputado Oliver Véran -médico neurólogo- presentó dos proyectos de ley para combatir la anorexia en el modelaje a través del requerimiento de certificados médicos para las modelos y, además, sancionar severamente a quienes hagan apología de la delgadez extrema. La ministra de Salud, Marisol Touraine, manifestó su apoyo a la iniciativa. Y aunque su proyecto tuvo un revés inicial, el tema será debatido en la Asamblea desde abril, y se espera que con ciertas modificaciones logre los votos necesarios. Es la segunda vez que se intenta legislar en Francia sobre este asunto y muchos países han seguido el mismo camino. Las más influyentes han sido la llamada "ley antiphotoshop" israelí y las regulaciones para las modelos en la Semana de la Moda de Nueva York. En Chile, la revista Ya de "El Mercurio" ha sido pionera en poner en práctica hace un año el Compromiso por la Imagen Saludable de la Mujer, que implicó contratar modelos mayores de edad -y que a través de un certificado médico acreditaran que su peso es considerado normal por la OMS-, prohibir el uso del photoshop para alterar la imagen de las personas y difundir en las páginas de la revista una cultura de salud y bienestar para la mujer, en vez de una que promueva cánones de belleza irreales o artificiales, o que exalten la juventud y delgadez como "el" parámetro de belleza y aceptación. Un año después, hemos podido demostrar que es posible ser fiel a estos principios sin perder excelencia fotográfica y de estilo.
Ojalá la iniciativa francesa prospere, pues millones de niñas ven, en esos cuerpos ultradelgados, modelos a seguir, sin darse cuenta de las graves distorsiones y consecuencias que esto implica para su futuro. Pero una solución mejor y anterior a la legislativa es la autorregulación, en que sean los protagonistas de las industrias de la moda, la publicidad y los medios quienes reflexionen sobre su rol en casos como el de Isabelle Caro, y se planteen medidas propias para combatir este verdadero atentado a la salud y dignidad de las mujeres.